MASAMUNE NIHONTO (1293 DC)
De vuelta en Malifaux, un chamán que deseaba gobernar sobre su pueblo liberó a un poderoso espíritu de la prisión mágica que lo mantenían atado. En cuanto el último conjuro cayó , el espíritu se reveló como el Tirano Shez’uul y poseyó a su horrorizado liberador. El anfitrión no era apto para mantener un espíritu tan poderoso y comenzó a desmoronarse casi de inmediato. Pero el Tirano era poderoso y pudo mantener con vida a su anfitrión alimentándose de la sangre de aquellos que iba matando, convirtiendo gradualmente a su anfitrión en una criatura de sangre fluida, las tribus dispersas de Malifaux tuvieron que unirse una vez más para luchar contra el debilitado Tirano.
Al final, los Nephilim cambiaron el rumbo de la batalla al someterse a un ritual que transformó su sangre en un corrosivo icor negro que resultó ser catastrófico para la sangre roja que formaba el Tirano. Negándose a ser encadenado una vez más, el Tirano utilizó el poder que había estado acumulando para arrojarse a través de las dimensiones como había hecho Dragon milenios antes. El debilitado Tirano apareció en Kanagawa, una prefectura del Japón feudal, desencadenando un poderoso terremoto que devastó la ciudad de Kamakura y mató a decenas de miles de personas. Al darse cuenta de que había sobrevivido milagrosamente al viaje entre dimensiones, el Tirano se unió a un señor samurái y forzó al hombre a masacrar a todos aquellos bajo su mando para suplir al Tirano con su sangre. A medida que el recuento de cadáveres iba incrementando, un prefecto desesperado viajó a las montañas para hacer una petición al maestro espadachín, Goro Nyudo Masamune, para ayudarlo, Masamune le dio la mejor de sus Katanas, Masamune Nihonto. Con esta espada el prefecto pudo encarcelar en ella al espíritu maligno que había poseído a su señor. El Prefecto consagró la espada en su casa, donde descansó hasta que fue robada cuarenta años después durante la guerra Genko. La katana pasó a la leyenda debido a que Shez’uul influía a sus poseedores obligándolos sutilmente a realizar los mayores derramamientos de sangre y violencia que se puedan imaginar, para alimentar al prisionero hambriento que estaba contenido en su interior.
LOS DESTELLOS DE HUITZILOPOTCHTLI
En el siglo XIV, se abrió un portal entre la Tierra y Malifaux en el Valle de México, liberando monstruos ardiendos y abominaciones en las afueras de Tenochtitlan. Los aztecas no estaban preparados para la aparición repentina de estas criaturas. La visión que recibieron del otro mundo, de sus llanuras que habían sido abrasadas durante la guerra de los Tiranos y las bestias titánicas que cargaron pesadamente a través de la brecha sacudieron el núcleo de su civilización. Una vez que el portal se cerró y el chillido de las bestias que permanecieron en la Tierra cesó, al ser asesinadas por los guerreros más valerosos, el pueblo azteca se esforzó por interpretar lo que habían visto. Muchas de las criaturas que vislumbraron fueron asimiladas por su religión, convirtiéndose en dioses y deidades.
Consideraron que el mundo que habían visto a través del portal- Malifaux- era una visión del futuro después de que el sol pereciera, y en su intento para evitar este futuro, las creencias condujeron al pueblo azteca ante un sangriento camino oscuro. Impulsados por sus “visiones”, los aztecas se volvieron más belicosos y agresivos. En los siguientes cien años, llegaron a dominar el Valle de México y sus áreas circundantes. El sacrificio humano no era desconocido anteriormente para los aztecas, pero llevaron esta práctica a un nivel sin precedentes, llegando a sacrificar más de ochenta mil prisioneros en el curso de cuatro días.
Esto fue hecho debido a la creencia de que la sangre y el latir de los corazones en los sacrificios fortalecería a su deidad solar, Huitzilopochtli, para poder seguir luchando contra los “monstruos” que lo acosaban. Si Huitzilopochtli fallase, el pueblo azteca caería ya que no habría nadie entre ellos y los horrores que habían presenciado.
LA FURIA DEL HOROMATANGI (1575 DC)
En la segunda mitad del siglo XVI, los maoríes de Nueva Zelanda fueron testigos de la apertura de un portal a cientos de metros sobre el océano. El portal desató un diluvio de agua que se derramó desde el cielo como una cascada, trayendo desde Malifaux a extraños habitantes de aspecto marino a la Tierra. Desafortunadamente, el gran Horomantangi, una bestia marina antigua y titánica que había luchado a favor de Meridion durante la guerra de los Tiranos, también atravesó la brecha. Horomatangi se dedicó a aterrorizar a la gente de Nueva Zelanda durante casi cincuenta años.
La gran bestia fue finalmente derroatada por los esfuerzos de las hermanas Ngaatoro, dos mujeres que se adornaron ellas mismas con veneno y engañaron a Horomatangi para que las devorase. El veneno no mató al gran monstruo, pero lo debilitó lo suficiente para ser enviado a las profundidades, que el pueblo maorí lograse la paz y las hermanas Ngaatoro fueran alzadas como guardianas de la isla.
¿Cuando aprenderá la gente que liberar demonios de prisiones mágicas NUNCA es una buena idea?
Grandes estos posts, sigue sigue!
«Una vez que el portal se cerró y el chillido de las bestias cesó al ser asesinadas»
Murierón porque se cerro el portal o los aztecas los matarón?
@Nadie2: Corregido, muchas gracias. Me había comido parte. El portal se cierra y algunos de los monstruos quedan en la Tierra.
@Oddgit: Y la de historias que nos habríamos perdido si no lo hiciesen.