… Y llegamos a la última entrada para el trasfondo de los Cien Reinos (por ahora). Exploraremos el tema de las creencias y la Iglesia en los reinos humanos. Casi una discusión teológica/filosófica que quizás recuerde a algunos episodios del siglo XVI de nuestra historia, parece que la vaguedad de algunos de los conceptos deja la puerta abierta a expandir sobre los conflictos que generan las creencias de los Cien Reinos y el rol de la Caída en todo esto, ya que deja bastantes preguntas sin respuesta.
Otro apunte: en la próxima entrega de esta larga serie empezaremos con la siguiente facción de Conquest, los siniestros Spires.
La cuestión de la Fe en los Cien Reinos siempre ha estado ligada a la Caída. La más antigua de las dos Fes, llamada Teísta, no niega el evento de la Caída. Si no su importancia. Argumenta que fue la humanidad que cayó, no la Divinidad. La Divinidad fue expulsada de los cielos por su fracaso en guiar a la humanidad hacia la senda de la rectitud. En su doctrina, la Caída es literalmente el castigo del Theos a los humanos. Por sus fracasos, Él desterró a los grandes campeones de la humanidad y los dejó languidecer.
Los pocos creyentes que sobrevivieron a la Caída fueron los Elegidos, buscando redimirse. Es el deber de la humanidad rectificar sus graves ofensas, dejar atrás la decadencia y seguir a los Elegidos del Theos hacia la luz. Los rituales y tradiciones de la Iglesia Teísta se remontan a las prácticas originales del Antiguo Dominio, antes que el orgullo del hombre lo corrompiese. Gozan de un gran apoyo por parte de los nobles, ya que su doctrina entorno a los “Elegidos” ha sido utilizada por la Nobleza para reforzar la idea de que los reyes tienen un supuesto derecho divino, emanando directamente del Theos. Probablemente los pobres campesinos analfabetos se lo crean.
Por contra, el dogma Deísta argumenta que la Caída de la Divinidad se debió a la visión errónea de perfección de la humanidad. Creen que el Theos es una extracción perfecta del Hombre, en vez de que Hombre sea una copia imperfecta del Theos. Esa limitada percepción de esta perfección torció la entereza y pureza, deformándola hasta su Caída. Los Deístas argumentan que la única forma de rendir culto es venerando los Aspectos del Theos (algo así como la perfección a imitar) y siguiendo su ejemplo hasta llegar a la perfección, sin tener nada que ver con los “Elegidos” u otros conceptos de derecho divino, idolatría y demás sandeces.
Al contrario de la Iglesia Teísta, el dogma Deísta no es una religión centralizada, sino un movimiento religioso, centrado alrededor de acalorados debates que buscan un consenso en cuanto a la naturaleza de los Aspectos. Su dogma busca la iluminación y mejora a través del esfuerzo personal, en vez del sometimiento y obediencia de los Teístas, ideas que se han propagado como un fuego descontrolado a través de los Cien Reinos. Muchos ven en esta filosofía la oportunidad de crecer más allá de sus limitados recursos y miserias cotidianas. No es una simple religión institucionalizada con estructura rígida y vertical como promulga el Teísmo.
Consecuentemente, las disputas religiosas no son más que una extensión de las diferencias sociales que conllevan a inevitables conflictos. El poder de la Fe estaba bajo control del Emperador y las Órdenes, pero tras el colapso del Imperio, ambos dogmas han visto crecer su importancia. Aunque un antiguo decreto Imperial limite el poder militar de la Iglesia a simplemente mantener una guardia personal (los fanáticos Sicarii) pronto llegará el momento en el que ni las Órdenes ni el Cónclave puedan contener el resentimiento y trifulcas que causan estas creencias. Irremediablemente se resolverán sobre el campo de batalla.
Muchas gracias por el artículo! El trasfondo de los cien reinos se hace cada vez más interesante! Ojalá salga pronto el Reglamento completo para empaparse bien de él.