Saludos, stillmaníacos.
Hoy os presento una reflexión sobre un aspecto del hobby del cual me he dado cuenta recientemente, y es el de tener la oportunidad de explorar algo «más allá» de nuestros ejércitos.
Como os he ido contando en mis últimos posts, mi más reciente proyecto es una banda de Hombres Lagarto/Seraphon para Warcry, tomando como inspiración a los antiguos guerreros Slann de los inicios de Warhammer.
Lo cierto es que esa banda, compuesta por minis conversionadas y mucha masilla verde, la he ido haciendo a lo largo de mucho tiempo, quizá más de un año. Llegó un punto en que no me motivaba mucho y no le veía posibilidades, y la dejé de lado. Luego de hacer otras cosas, volví a los lagartos (siempre vuelvo a los lagartos), y mezclando cosas de aquí y allá, todo resultó en el concepto de la banda (estética, carácter, no sé) que os he ido enseñando: en una región recóndita, aún quedan restos de una antigua tecnología de los Ancestrales, y donde aún hay antiguos señores Slann (cuando no estaban tan gordos). Como aristócratas y caciques, estos Slann gustan de tener todo tipo de esclavos y hacerles hacer cosas crueles, como arrastrar por días antiguas máquinas metálicas con forma de gélido, o incluso matar gélidos para colocarlos encima de estos artilugios, sin más fin que un placer egoísta y hedonista. Acompañando a estos Slann, aún hay lagartos tales como maestros esclavistas, saurios sin cresta, y por supuesto eslizones. Me gustaría pensar que están en una recóndita región de las montañas occidentales de Lustria, o de una pseudo-«Lustria» en los Reinos Mortales en la que por alguna razón ha sobrevivido todo ello.
El caso es que este proceso no ha sido algo totalmente consciente, sino que se ha ido configurando con el propio trabajo de creación de las minis. Cuando salió Indomitus de 40K, me gustaron los Necrones, e intenté hacer un necrón. No me salió del todo bien, y luego me di cuenta que esta mini podría ser un autómata, un robot ancestral que ha sobrevivido a miles de años de abandono. A partir de ahí seguí ese concepto y lo llevé más lejos, incorporando las minis de los lagartos que tenía por ahí del proyecto abandonado. Cada paso no solo fue un avance, sino un hito desde el cual abrir varios otros caminos secundarios, dejando que las ideas se desarrollasen orgánicamente. Al final todo encajó.
Esto me ha hecho pensar en aquellos días en los que jugaba a Warhammer Fantasy. Yo llevaba Hombres Lagarto, un ejército «cerrado» de 2000-2500 puntos cuya lista apenas variaba (por varias razones, no siempre aposta). Jugaba con unos amigos que llevaban Enanos, Orcos, Imperio, Altos Elfos, y Caos. Durante mucho tiempo disfrutamos muchísimo de jugar a Warhammer; jugábamos casi de forma obsesiva a Sexta, y luego Séptima, edición. Especialmente espectaculares eran las partidas cooperativas a tropecientosmil puntos que hacíamos los fines de semana (¡y que podían durar un par de días!).
Pero llegó un punto en que los ejércitos y los libros de ejércitos nos «sabían» a poco. Necesitábamos algo más. En ese momento echábamos mano de las White Dwarfs y de ejércitos alternativos (como por ejemplo Enanos del Caos o Kislev). Yo por ejemplo pinté algunas unidades de mi ejército de lagartos con escamas rojas, pues usaría la lista de Sotek. Uno de mis eslizones sufrió una conversión para ser un héroe eslizón de este dios, e incluso traté de recrear el Artilugio de los Dioses, que en ese momento no tenía miniatura. Mucho después hasta intenté hacer una lista de las Tierras del Sur con eslizones con picas o algo así. Mis amigos hicieron lo propio con sus ejércitos de enanos, caóticos, orcos, imperiales, elfos, usando las listas alternativas que les permitían sus libros, situando sus territorios en zonas en blanco del mapa de Warhammer. Explorando regiones inexploradas. También al final de esta época usamos muchas listas de La Tormenta del Caos, por ejemplo la de Sylvania (lo de revivir esqueletos era brutal).
Por supuesto, cada uno de nosotros tenía su propia visión de cómo disfrutar de este hobby. Pero en general, todos cumplíamos unos mínimos: quién más pintaba y conversionaba, intentaba jugar «bien», quién era más competitivo, intentaba no descuidar el trasfondo y al menos tener montadas sus minis, o quién usaba «paperhammer» porque no tenía dinero para pillarse más hordas pielesverdes, intentaba pillar esas minis si las iba a seguir utilizando. Incluso recuerdo haber jugado alguna campaña.
Como he comentado en alguna otra ocasión, el crecimiento de estos ejércitos no correspondía solamente a llevar una lista mejor o peor, sino a los intereses personales de sus generales. Cada uno intentó llevar su ejército «más allá», explorar algo desconocido de, en ese caso, el mundo de Warhammer, y llevarlo de alguna forma al campo de batalla. Cada batalla formaba parte de una historia con causas y consecuencias, un ejemplo de un pueblo, unas criaturas, una cultura, de la que el resto no sabíamos mucho pero del cual íbamos aprendiendo. Y es que me da la sensación de que cuando uno ya ha explorado su región, la estética o el concepto de su ejército, llega un momento en que quiere más. Y esto puede ser algo que podríamos considerar como una de las características más divertidas de este hobby, y que lo diferencia de otros juegos de mesa donde juegas a lo que hay, con lo que hay, y ya está. (Claro que si puedes, puedes hacerte otro ejército… pero hablamos de los casos cuando sólo tienes lo que tienes).
Con esta banda de Warcry me ha pasado lo mismo: una vez que tenía explorados a dos o tres personajes «canónicos» (saurios normales, conversionados, pero normales), y conforme iba avanzando en el proyecto producto de la casualidad, diferentes piezas del puzzle fueron encajando de una forma natural (hay que tener en cuenta lo raro que es tener minis que están vivas en distintos universos, pero con motivaciones y culturas distintas… supongo que lo notareis también los que llevéis HL, Imperio, EO, Enanos normales, etc. y hayáis jugado a juegos del universo AoS).
Me di cuenta que estaba explorando una recóndita región, desaparecida por las renovaciones y los cambios oficiales de tono, estética y juego del ejército. Con esta banda, realmente era como un explorador adentrándome en esa región, solo que en lugar de caminar y cortar plantas con un machete, lo hacía conversionando, esculpiendo, pintando y jugando.
Pero, ¿qué ocurre cuando no se desarrolla esta curiosidad, esta exploración del ejército que uno comanda?
Claro que no será en todos los casos, estoy generalizando, pero creo que precisamente el no desarrollar esta faceta del hobby es lo que provoca que dejemos de jugar a muchos juegos, porque acaban haciéndose algo repetitivos.
De esto me he dado cuenta observando que en este momento juego mucho más a Warcry que a Middle-Earth SBG. Pero antes, durante años hasta hace poco, prácticamente sólo jugaba a Middle-Earth.
En Warcry, cada banda me permite explorar algo. Iron Golems como Enanos del Caos en AoS, Corvus Cabal con temática de Conquistadores, Stormcast Eternals que actúan bajo las aguas, guerreros Slann y tecnología perdida de los Ancestrales. Cada partida y banda, también porque son pocas miniaturas, permiten explorar cosas concretas y contar historias, llegando a horizontes nunca antes vistos pero que podrían existir perfectamente en algún remoto lugar de los universos que nos gustan. De hecho, una cosa bonita es la de «encajar» estos elementos en la lógica y normas de un universo dado (si pudiésemos hacer de todo, no tendría tanta gracia, bajo mi punto de vista).
En general, este es un elemento base de juegos como AoS y 40k: no hay límites a lo que puedas imaginar. GW lo ha visto claro. Lo vemos en AoS con el hecho de sustituir el «planeta» de Warhammer, por un universo completo lleno de reinos paralelos con un montón de lugares enormes a cual más grande y bestial. En 40k hablamos de una galaxia. Existe en ambos un Reino del Caos donde literalmente cabe todo lo que podamos imaginar. (No me meto en su consistencia, complejidad o riqueza, lo cual daría para otro post).
Pero en Middle-Earth esto puede ser distinto, al ser un juego ambientado exclusivamente en el imaginarium de Tolkien (bastante extenso, ojo), y dentro de éste, especialmente en la Tercera Edad. Pero si no habíamos concretado demasiado, GW va y lo circunscribe principalmente al contenido de las películas (al menos, las últimas novedades desde hace ya 2-3 años, y es hacia donde han llevado el juego últimamente). Antes de las pelis de El Hobbit yo disfrutaba muchísimo de inspirarme en lo que leía en El Hobbit y explorar a partir de ahí a través de las minis, el pintado, la esceno o jugando. ¿Cómo eran las calles de la Ciudad del Lago? ¿Y Erebor, habría trampillas y vagonetas por ahí? ¿Qué aspecto tendría Bolgo? ¿Y los enanos, con sus capas de colores diferentes? Con las pelis, este «misterio» desapareció. De hecho, El Hobbit en el juego es El Hobbit de las películas. Ya con la nueva edición se ha animado a utilizar ejércitos muy muy temáticos, pero no tanto para explorar el universo sino para recrear determinados momentos y batallas, correspondientes a las pelis (como ocurre con las listas Legendarias).
Lo que quería transmitir con el post, es que me daría pena que se perdiera ese elemento de «exploración» de una facción o una región «fuera de la norma». Creo que tu papel como general no debería quedarse sólo en la batalla que libras, como si no hubiese nada más, sino pensar también en lo que hay antes y después de ella (y no sólo si juegas una campaña). En ese sentido, juegos como Warcry te proporcionan eso como parte del juego, al haber misiones y giros aleatorios que ya dan un contexto, que tan sólo has de adaptar al de tu banda (y es muy interesante encajarlo). Quizá la gracia está en que no puedes jugar todo lo que quieras o como tenías pensado de antemano, porque hay unos límites que te restringen. Con estos elementos la banda va adquiriendo su historia, hay unas causas y unas consecuencias y gana mucho en riqueza. Esto sucede quieras o no, juegues con la misma banda una o mil veces. Otra cosa es que le hagas caso.
Creo que esto también sucede en Middle-Earth, pero tengo la sensación (subjetiva) de que antes sucedía mucho más, al haber menos material y más lagunas que explorar fuera de lo que son los eventos famosos de las pelis. Igual que hoy se anima a recrear estas batallas épicas ¡en las White Dwarfs de entonces se animaba a explorar y crear esceno de territorios, a conversionar minis, pintados alternativos! Yo siempre he jugado con ese espíritu, o esas limitaciones, o con esa curiosidad. Me parece algo muy divertido de este hobby, para aprender y disfrutar más allá del momento lúdico y estratégico de una buena batalla.
No sé que pensaréis, pero bueno, quería compartir con todos/as esta reflexión surgida de estar dándole amor a las minis. Por supuesto, es mi visión personal, hay cosas de las que no tengo una opinión formada, y otras cosas que no conozco. Ya que cada uno piense lo que quiera.
Buena reflexion. No es necesario que hables de las White Dwarda en «pasado». Si has seguido las ultimas White Dwarda (de los dos ultimos años), tienes reglas nuevas de ejercitos, sub-facciones nuevas, batallones nuevos, unidades nuevas, personajes nuevos, historias nuevas (o en muchos casos, contextos nuevos para desarrollar tu historia).
Eso sin hablar de las campañas (el ejercito de Lethis, las múltiples facciones del Elejido o ciudades que caen para luego ser reconstruidas por los ganadores como la actual Anvilgard/Har Kuron).
Eso sin contar las sub-facciones base de cada ejercito (o crearte la tuya!!).
Buena reflexión. Yo sin quererlo he hecho algo asi con mis ejercitos de lagartos. Tengo tres ejercitos, uno de GW otro de Lost Kingdom y otro de Last Sword. En mi mente cada uno de ellos perteneze a un plano distinto de los reinos mortales, tomando el transfonde de AoS. Por un lado, el ejercito de GW pertenece a esos lagartos que son demonios estelares, formaban parte de un ejercito en el viejo mundo y ahora son invocados por el slann. Los de Last Sword son los lagartos que crecen en los reinos mortales. Y por ultimo el de lost kingdom me lo he inventado completamente y son lagartos del viejo mundo que fueron salvados por el slann, y ya dentro de los reinos mortales llegaron a un nexo de los vientos de magia que los hizo mas grandes, fuertes y poderosos.
Super interesante la entrada. La verdad es que estoy totalmente de acuerdo, por suerte tenemos un hobby que no tiene prácticamente límites si te lo propones y que siempre puedes exprimir un poquito más y disfrutar de él. A mí me encanta personalizar los ejércitos, los personajes, darle un sentido y un trasfondo, un lugar geográfico donde desarrollar su historia…sin duda soy de los tuyos jejeje.
Ese aspecto evocador, narrativo o imaginativo para mí también es principal. No pintaría igual si pensase que son fichas de un juego en lugar de personajes con una historia por crear o descubrir. Recuerdo que con 12-13 años hubo una época en que hubo fiebre de Warhammer en mi colegio y éramos unos 10 chicos con ejércitos. Nos hicimos un mapa y movíamos cada semana nuestro ejército, representado con una chincheta, por el mapa para capturar ciudades, regiones y recursos (oro, madera y piedra, los del age of empires xd). Cuando dos chinchetas se encontraban, jugábamos una batalla de Warhammer. No sabíamos bien las reglas ni llevábamos listas competitivas, pero lo importante era contar la historia e ir conquistando un imperio y coloreando el mapa.
Me encanta. Cada vez me resuena más crearle historia a cada uno de los componentes de mi banda/ejército. De animarme a hacer listas de ejército «más raras», con unidades menos potentes que que me gusten visualmente y dirigirme a juegos donde pueda explorar más posibilidades y me sienta más libre. Gracias por el post, muy inspirador
Magnifico post.
En mi tierno contacto con el hobby ya había un primer instinto de comtar historias. Desde mi primer blitzer de enanos metalicos ( de plomo aun), hasta mis primeras hordas pieles verdes. Cada batalla era una historia por contar. Incluso cuando mis adversarios solo iban a lo que iban. Mis «generales» siempre tenían nombre. Sus ejercitos tambien. Empecé a conversionar, a buscar darles ese «toque» personal y unico. ( pintar no es lo mio. Yo los imagino pintados…pero la marea gris es eterna ?)
En 40k esa faceta explosionó. Y ya compraba las miniaturas con ideas en mente sobre su transfondo, sobre como encajaban en una historia. Y sentía la «necesidad» de tener esas miniaturas más por completar la historia y hacerla más tangible que no por acabar jugando con ellas.
Ultimamente esto me ha pasado en AoS. No juego a AoS. Pero ya he adquirido dos «ejercitos» para el juego, solo porqué cree una historia para ellos. El primero es un ejercito Troll. La antigua miniatura de «rey» troll me gustaba tanto… que al final cree tooooda una historia sobre Partakuz. ( Spartaco troll). Liberando y uniendo a sus congeneres en contra de los esclavistas que los usan para la guerra. Como los ogros, los pieles verdes, el caos… en busca de un lugar donde vivir en paz.
No pude resistirme a tener un ejercito de Gigantes. En memoria de aquella antigua raza que fue practicamente aniquilada por los ogros en las guerras de los cielos.
Y ahora estoy tentado de hacerme una partida de guerra de barbaros.
El Pueblo Libre. ( un poco inspirados en los norteños de juego de tronos quizas.) Las bandas de warcry me han parecido obviamente una pasada para usarlos como clanes de barbaros del caos.
Son heroes que han sobrevivido a la vida misma. Que no han sucumbido a las promesas de esclavitud de los falsos dioses, como Sigmar, sucumbiendo al miedo que imponen sus secuestrados y crueles «heroes» resucitados.
Yo… lo de esculpir miniaturas…ni lo intento. Pintar… me da mucha pereza, ya me cuesta terminar un equipo de BB. Pero ideas…historias… buffff cuesta retenerme.
Es la parte más divertida ya del hobbie.
Pues por todo lo comentado en el artículo y lo aportado por los compañeros es por lo que actualmente estoy viviendo una «resurección» personal del hobby, y empezó de la manera más estúpida posible: en una «reflexión de ducha» xD.
Tras la desaparición oficial de Fantasy, la edad, los cambios, el trabajo y un largo etc, muchos nos alejamos, más o menos, del warhammer de toda la vida, nos acercamos a otros juegos más rápidos, con menos minis. En mi caso hace años que no juego a WH y desgraciadamente sigo sin poder jugar, pero en el último año he empezado a coleccionar dos ejércitos nuevos… y todo por preguntarme simplemente «¿cómo me imaginaría un trasfondo nuevo, un mundo nuevo, para los ejércitos de warhammer sin ser el viejo mundo?». Pues esto, que en mayor o menor medida hemos hecho todos en algún momento, me ha llevado a ir construyendo poco a poco en mi mente una historia nueva. Empieza con un reino X, vale, pero ese reino ¿como interactúa con otros reinos?¿con otras razas? ¿cual es su historia? y poco a poco la madeja crece, se acompleja, aparece la raza Y… la Z, sus distintas idiosincrasias, y al final descubres que quieres jugar en ese mundo, «revivir» su historia en la mesa, explorarlo y darle sentido.
Seguramente no llegue a jugar nunca, pero sólo con darle forma, aunque esta sea etérea, para mí supone un completo disfrute.
Un artículo evocador, sin duda. Y es que aunque seamos pocos, hay gente que valoramos mucho el trasfondo e historia tras las miniaturas. Por ejemplo, los ogros en Kings of War: no los he elegido porque sean brutales mercenarios, sino porque la forma de vida del ogro, su tradición oral, su ansia por viajar al sur a aprender de otros pueblos para luego medrar y hacer prosperar su comunidad… es algo realmente interesante dentro del escaso abanico de vivencias que aporta un mundo en guerra. Y el hecho de que hayan «adoptado» a los trasgos como lamentables compañeros de vivencias, proporciona risas a saco. Esas cosillas son las que pican a seguir jugando con muñequitos.
Otro gran artículo, no puede decir más de lo que otros ya han comentado. por cierto, Aunque su dia fueron muy criticados, a mi me gustaban mas esos gélidos que los modernos. Además, hubo una whitedwarf que enseñaba a montar los saurios de quinta en esos gélidos…a mi me inspiro, pero hacerlo con un gélido de quinta edición o anteriores.