Buenas a todos. No me suele gustar escribir introducciones, pero quería aprovechar para desearos un feliz año y daros las gracias por la maravillosa comunidad que tenéis aquí en «Cargad». Este proyecto de trasfondo me ha permitido compartir una de mis pasiones dentro de nuestro hobby y a dos o tres entradas de ponernos al día con él, ya pienso qué nuevos proyectos de historias puedo traeros. No me esperaba la gran acogida que tuvieron mis entradas y me encanta leer vuestros comentarios, pues se nota que hay interés por las historias de la Era de Sigmar. Sin más dilación, feliz 2021 y que el abuelo Nurgle mire hacia otro lado este nuevo año.
Cuando la batalla más allá de los muros de Hagg Nar alcanzó nuevas cotas de salvajismo, Morathi se preparó para enfrentarse a su destino. Una vez más se encontraría cara a cara con su némesis, el Príncipe Oscuro Slaanesh. Sin embargo, esta vez sería la Oráculo Suprema quien surgiría triunfante.
El nacimiento de una diosa
A lo largo del Reino de las Sombras, en las torres erigidas sobre los nexos de las sendas umbrías, los campeones de los Dioses Oscuros, salvo los del odiado Slaanesh, fueron arrastrados a los altares de piedra negra. Las gargantas de los prisioneros se abrieron con dagas rituales y su esencia vital se derramó en canales tallados en la piedra antigua, vertiéndose en los calderos de sangre.
La conexión mística de los calderos con Hagg Nar transformó el Caldero Madre en un nexo de poder hechicero, un corazón que latía con las almas condenadas de cada adorador del Caos sacrificado y las enviaba por los capilares arcanos que conectaban Ulgu con el Reino Crepuscular de Uhl-Gysh. Allí, Slaanesh, atado con cadenas de luz y sombra, gritó eufórico, pues había pasado mucho tiempo desde que se había dado un festín de almas. Sin embargo, pronto empezó a saborear la repugnante mancha de sus hermanos: la fea aspereza de Nurgle, la tediosa ira de Khorne y las artimañas ingeniosas de Tzeentch. Eran provisiones podridas que inundaron su garganta a miles e hincharon sus grilletes. Slaanesh vomitó y luchó.
Sintiendo que su momento había llegado, la Oráculo Suprema levantó el Corazón de Hierro de Khaine en una mano y la Linterna Ocariana en la otra y se dirigió al Máthcoir. Asfixiantes nubes de vapor carmesí salieron del Caldero Madre, llenando el aire con un olor a sangre y hechicería. Morathi subió la escalera hasta el borde del enorme cuenco. La varanita hirviendo se elevó, chocando y silbando. En el centro del caldero, un remolino de succión derramaba colores y sonidos desconocidos por los sentidos mortales. El ritual había forjado una conexión directa entre el Máthcoir y el vientre de Slaanesh. Morathi podía sentir la angustia del Príncipe Oscuro y armándose de valor, pisó el borde del Caldero Madre y descendió a las profundidades furiosas.
El dolor vino primero, cegador y abarcándolo todo. La piel de alabastro de Morathi se desprendió. Cuando abrió la boca para gritar, la varanita pura se derramó por su garganta, corriendo por sus venas y llenando sus pulmones con fuego líquido. La Oráculo Suprema podía sentir sus huesos partirse y adoptar nuevas configuraciones. Un ser menor habría sucumbido a estas agonías, pero no ella. Alzando la Linterna Ocariana, Morathi dejó que la luz radiante brillara en medio de la vorágine sangrienta.
La Oráculo Suprema buscaba almas de gran poder, de sangre real de un tiempo pasado. Atraídos por la luz, las almas que aún permanecían atrapadas en el vientre de Slaanesh salieron a encontrarse con su salvador. Y Morathi, transformándose en un horror de sombras y espirales escamosas, descubrió sus colmillos y empezó a devorarlos. El poder se vertió en ella como una gran cascada con cada espíritu radiante consumido. Pero el horror de las almas rey traicionadas pronto se convirtió en indignación y, aunque carecían de forma física, distaban de estar indefensos. Uno de ellos, un ser que había conocido a Morathi de forma íntima en el pasado, tomó la forma de una espada llameante y partió su cuerpo de serpiente en dos.
Los gritos de Morathi se escucharon incluso por encima de la batalla de Hagg Nar.
En el umbral de su triunfo, el destino parecía negárselo. Incluso habiendo sufrido horribles bajas por las emboscadas Melusai, el séquito del Rey Supremo había conseguido abrirse camino hasta la cámara subterránea. Llegaron a tiempo de escuchar los gritos penetrantes de Morathi y ver cómo el Caldero Madre estallaba en una explosión de sangre hirviendo y varanita. Khainitas e Idoneth fueron enviados por los aires por la fuerza de la erupción mágica.
Nacida en la sangre
Los ojos de Glavia Sinheart se centraron en las agujas de Hagg Nar cuando una explosión mágica atravesó el techo de la fortaleza, alzando llamas de color carmesí. Desde el corazón de este infierno surgió una forma indistinta, arrastrando colores espeluznantes mientras se arqueaba en el cielo. Gritando, se alejó a toda velocidad sobre el océano, dejando un rastro de vapor. Sinheart lanzó un chillido de euforia y todos los demonios de Slaanesh abandonaron la matanza sin pensarlo dos veces. Subiendo apresuradamente en sus elegantes embarcaciones, fueron tras el extraño y brillante cometa que desaparecía en el horizonte.
Mientras ambos bandos élficos se ponían en pie, todos los presentes miraban con aprensión los restos del Caldero Madre. Algo sinuoso se arrastraba en las sombras, una forma serpentina forrada de escamas y alas membranosas, con una cabeza coronada por serpientes. El monstruo extendió sus alas y la varanita chorreó de ellas, y emitió un grito primitivo que sacudió toda la estancia. Entre la forma monstruosa, una figura desnuda se alzó. Volturnos reconoció de inmediato la belleza inmortal de la Oráculo Suprema.
“Eres una ladrona, Morathi”, rugió Volturnos. “La muerte es el único castigo que mereces”.
La Oráculo Suprema sonrió. “No es asunto de los mortales juzgar los actos de una diosa”.
Mientras Morathi avanzaba, la monstruosidad alada seguía sus movimientos con precisión espeluznante. Cada giro de cabeza y movimiento sutil era reflejado en la serpiente gigante.
El rey Nemmetar cargó con sus Allopexes sobre la pareja. Los ojos del monstruo destellaron con un brillo carmesí y uno de los Allopexes estalló en una lluvia de vísceras. La inmensa cola látigo se estrelló contra el rey y lo lanzó junto a su montura contra el muro del fondo. El jinete quedó sin sentido pero el Deepmare no tuvo tanta suerte, rompiéndose la columna vertebral como un coral seco.
Volturnos se lanzó contra Morathi, la cual invocó unos zarcillos de oscuridad pura que atrapó a jinete y montura contra el suelo. Con un golpe terrible, el monstruo alado derribó al Rey Supremo y apoyó su inmensa lanza contra su garganta.
“Alto”, gritó Morathi.
Incluso cubierta de sangre y desnuda, Morathi irradiaba un aura de autoridad.
“En el crisol de sangre, me uní a los restos de nuestra venerada deidad. Soy el Dios de la Mano Ensangrentada renacido. Soy Morathi-Khaine.”
La diosa renacida ordenó la liberación de los supervivientes Idoneth. Sorprendentemente, también envió mensajes para que los defensores khainitas cesaran la lucha contra los invasores.
“Mis hijas y tus hijos no necesitan luchar entre ellos, Volturnos”, dijo la diosa. “Somos más parecidos de lo que crees. Somos exiliados, despreciados por aquellos que se consideran mejores, más nobles. Teclis y Tyrion nos destruirían si tuvieran el poder para hacerlo, pero juntos formaremos una alianza que hará temblar los cimientos de los orgullosos reinos de Hysh.”
Volturnos era reacio en confiar en una ladrona, pero el abierto reconocimiento de sus crímenes le había sorprendido. En un gesto de buena voluntad, Morathi le devolvió la Linterna Ocariana. Aunque debilitada, su luz no se había extinguido. Alzando una mano para protegerse de su resplandor, Volturnos pudo ver una energía chispeante que danzaba en los rincones de su visión
“Encontré almas deseosas de venganza languideciendo en el vientre de Slaanesh”, susurró Morathi. “Les ofrecí liberarlos y accedieron gustosos. Son los primeros Cythai, tus parientes asesinados hace siglos a manos de vuestro propio creador.
Volturnos miró fijamente a la diosa, sopesando las ramificaciones de esta inesperada oferta. Un ser emocional seguramente habría rechazado la propuesta de Morathi, pues los Idoneth habían perdido mucho a manos de las Hijas de Khaine. Sin embargo, la dura existencia de su pueblo no permitía al Rey Supremo ceder a meros caprichos sentimentales.
“Di lo que tengas que decir, Morathi-Khaine.”
¿Le conocía intimamente? ¿Que toma forma de espada llameante? ¿Aenarion? La verdad es que no tengo ni idea de quién puede ser, porque elfo con espada de fuego solo me suena Tyrion, pero ese no puede estar dentro del estómago de Slaanesh.
El alma que parte a Morathi tiene que ser Aenarion, sí. Me ha gustado mucho esta entrada y me intriga a dónde se dirige todo. Esperando ya la siguiente!
Debería ser Aenarion, no se me ocurre nadie más. He indagado un poco pero no encuentro referencias a esto. Sin embargo, Aenarion no estaba vivo en el Fin de los Tiempos si no me equivoco. ¿Cómo absorbió su alma Slaanesh? ¿O es que en Warhammer hay algún tipo de ciclo de almas élficas como con los Eldar y Slaanesh tuvo acceso a él?
Gracias por la entrada! Con ganas de saber mas cosillas. Junto a Gordrakk reclutando gigantes, ogros y todo lo que puede para el asedio de Exelcis, los Ossiarcas que continuan con sus planes en ocho-partes, Sigvald que parece que ha salido del espejo (y el retoño de Slaanesh) y sin contar las pequeñas apariciones de «criaturas aladas com ojos rojos», estan montando un buen espectaculo!!
A ver si anuncian otro libro de Broken Realms que parece que todas las piezas estan sobre el tablero y solo hace falta empezar.
mas de un sitio he leido que es Aenarion (aunque todos dicen que es un texto muy alegorico, y que no lo confirma como tal, pero lo dejan a entender), pero no me parece logico por tiempo historico, me parece mas logico que sea la alma del mismo khaine cuando se encarno en tyrion y este murio en el fin de los tiempos, para despues resucitar como el avatar de la luz.
Es más coherente que alli Slaneesh consumiera a khaine y al absorber el alma de khaine Mortathi se proclame la diosa Morathi-khaine
@Maugan Zar:
Ostras, pues yo estaba convencido de que era Aenarion, pero tiene mucho sentido eso que dices. Aunque como Aenarion también fue avatar de Khaine, y Tyrion era una suerte de reencarnación de Aenarion, más o menos las tres almas pueden andar entrelazadas.
Tiene que ser Aenarion, absorbe todas las almas de todos los reyes élficos que han existido, si la logra herir es porque Morathi duda al ser el único elfo al que había amado.
Si no recuerdo mal, en el Fin de los Tiempos al desestabiliar el vórtice de Ulthuan, vuelve el alma de Aenarion que estaba atrapado junto con otros muchos. Así que sería posible creo que Slaanesh lo hubiese engullido al final
¿Entonces Morathi e Idoneth ya no son Orden? ¿Se montarán la quinta gran alianza del juego? ¿Entraría alguna otra raza en ese bando?
@A. Puig:
Quedaría bien una quinta alianza «Rogue», de los que no encajan en ningún bando.
Una alianza de Descastados sería genial, al estilo de los Outcast de Malifaux. Aunque, la verdad, intentaría darles una tercera facción no élfica. Quizás algún mortarca vampiro traidor, Manfred o Neferata.
@turumarth: espera, espera. Aenarion no debería estar en el vórtice, ¿no? Se supone que después de que se formase, Aenarion se fue al Templo de Khaine y murió por sus heridas mientras devolvía la espada. ¿O estoy equivocado?