¡Saludos a todos!
Tras una pausa seguimos con esta serie de relatos de algunas de las alianzas del pasado torneo por parejas de Corredores de Sombras.
Hoy es el turno de Hector y Ricard, quienes unieron a sus altos elfos y no muertos en alianza, sin más dilación os dejo con el relato de esta:
La reunión se había detenido durante un tiempo por un receso. Eidolon y Lotann habían pedido a sus extraños invitados un tiempo para reflexionar sobre los términos que se habían expuesto en la tienda del comandante asur y para debatir las implicaciones que podían acarrear sobre los hijos del Fénix tanto si las aceptaban como si las rechazaban.
Ambos elfos, se colocaron a 6 metros de la tienda, lo suficiente lejos como para que no los oyeran.
— Es una locura, mi noble señor, – le espetó Lotann una vez observó que ningún oído curioso estaba cerca – que aceptemos colaborar con aquellos que profanan el descanso de los muertos, sean o no de su familia, por objetivos puramente personales.
— No son objetivos personales, mi buen amigo; esta guerra promete traer muerte y sufrimiento en beneficio únicamente de aquellos que quieren verla arder y destruida. Ellos no pretender sino detener la conquista por sangre de estas tierras por parte de seres que la corromperían más allá de toda salvación.
— ¿No son ellos también agentes de la corrupción? Si bien la tierra no se agrieta con feroces terremotos o enferma por la propagación de benignos venenos, las almas de aquellos que viven en ella jamás conocen la paz. Los vivos temen a los nuevos señores que se asientan, por temor a que pongan fin a sus vidas de una forma cruel; sin embargo, el temor hacia los señores de la nigromancia va más allá de la vida física, pues sus almas pueden recibir el tormento de la no paz y la nula voluntad de regresar al inframundo que les acogió.
— ¿Crees que soy desconocedor de ello? – le dijo Eidolon a su consejero con la mirada cargada de ira – No eres el único que ha leído los 22 tomos del panteón Cadai; he escuchado y aprendido las enseñanzas y vidas de Ereth Khial y su hijo Nethu a pesar de no ser los dioses del Mandala interior. Siento el mismo miedo que tú en lo que concierne a aquellos que anulan el viaje del alma y secuestran lo que a los dioses les pertenece.
Eidolon se tomó unos segundos para descansar y arrinconar su ira. Lotann era su amigo y su mejor consejero, no debía de mostrar ira cuando sus palabras lo habían conducido por las sendas correctas, aunque sus discursos estuvieran cargados de palabras de dolor y miedo. Le colocó una mano encima de su hombro para hacerle entender al mago de que él no era merecedor de ese arrebato de ira.
— Conozco el dolor que causan los que no sienten respeto por las almas de sus iguales. He visto de primera mano la invocación de un ejército imparable y centrado únicamente en la causa de la destrucción del enemigo, sin voluntad, sin ánimos, sin valores. Dando muerte de forma mecánica y desinteresada, con el único brillo en sus ojos de la magia impía que los levantaba. Sé de lo que son capaces.
— ¿Entonces porqué nos hemos reunido con dos de ellos y estamos valorando una alianza en los campos de guerra?, ¿qué beneficios nos pueden aportar estos monstruos de aspecto humano?
Un intenso silencio se hizo allí donde Eidolon y Lotrann se hallaban. El viento pareció enmudecer, la hierba decidió dejar de moverse y hasta el más pequeño de los animales evitó caminar para no turbar aquel silencio.
Finalmente, Eidolon decidió romperlo lanzando un fuerte suspiro.
— Eres mi mejor consejero en tiempos de guerra, Lotrann el Guía de Azyr. Si crees que esta alianza no debe darse y que debemos considerarlos como enemigos, dímelo ahora. Expón tus motivos y consejos y los escucharé dispuesto y orgulloso, preparado para actuar de la mejor forma que pudiera obrar.
— Soy tu consejero, sí. Y te aconsejaré siempre. Aunque con 325 años de amistad, deberías saber que yo siempre cuestiono antes de dar mi consejo, pues es mi labor hacer dudar al inamovible para que aprenda y para catalogar su nivel de voluntad. Alguien carente de voluntad, de raciocinio, de argumentos para la guerra y de valores, no puede sobrevivir.
Señaló a la tienda donde sus invitados esperaban.
— Todo lo que antes he dicho es cierto, y lo seguirá siendo incluso después de nuestra alianza. Mi consejo es el siguiente: mientras sean nuestros aliados por pacto firmado, no serán nuestros enemigos. Y la liberación de luchar contra un ejército de criaturas casi imparables hará que nuestros esfuerzos se puedan llevar allí donde realmente sea urgente. También impediremos que levanten los cuerpos de nuestros caídos si así se los hacemos saber, impidiendo la herida a la Reina Pálida y al Guardián de la Última Puerta. Y por último, pero no menos importante, yo mismo en persona podré observar y aprender mejor los efectos de la magia Amatista de los nigromantes, extraída en causa y base de la impía canalización que nuestros traidores primos emplean contra nosotros, dándonos ventaja contra el Dhar en caso de hacer progresos.
— Como siempre, tus palabras y discursos demuestran con creces tus firmes valores y tu sabiduría. Seguiremos entonces con las negociaciones, mi gran amigo. Si cumplen con nuestras condiciones expuestas en la tienda, no serán nuestros enemigos. – dijo Eidolon tras inspirar profundamente.
— Sólo espero que nuestros soldados sean capaces de comprender los tiempos que corremos para que esta alianza extraña deba darse.
Lotrann suspiró cansado, como si el peso de la decisión que estaban tomando se asemejara a una capa de oro que ahora colgaba sobre sus hombros.
— Sin embargo, ¿por cuánto tiempo se dará esta alianza? Habrá que prevenir a nuestros soldados. – dijo después de buscar entre su mente posibles motivos de traición por parte de los hermanos nigromantes.
— Les tendremos que hacer saber que siempre que estemos enfrentándonos a nuestros rivales con ellos de nuestro lado, deberán de recelar de los animados cadáveres y los ojos siniestros. Deberán estar preparados para maniobrar y adelantarse a cualquier situación, a no caer desprevenidos ante una posible traición.
— A un asur en combate la carga emocional de una posible traición puede nublarle la visión de la guerra y turbar su destreza marcial. Suficiente peso cargan sobre sus hombros combatiendo en tierras lejanas a Ulthuan. Habrá que templar su mente.
— Asuryan siempre ha estado orgulloso de los capaces que somos y de nuestra fuerza incluso en tiempos adversos. Ninguna carga podrá hacer caer a los dignos hijos del Fénix.
— No negaré tales palabras y más viniendo de un general como tú, mi buen amigo, pues sé que no son palabras huecas.
Ambos se giraron hacia la tienda.
— ¿Listo? – le preguntó Eidolon.
— Listo. Vayamos a terminar las condiciones. – le contestó Lotrann.
Acto seguido, los asur regresaron a la tienda del comandante a reanudar la reunión pospuesta.
No era facil la justificación. Está muy bien resuelto con un dialogo, fabulosamente escrito…
Supongo que el plan real de ese nigromante es cazar el último unicornio y dragón de Ulthuan no? 😉
Me ha encantado!
Me encanta esta serie, la gente se lo curró un montón. De nuevo, mi enhorabuena a todos aquellos que se estrujaron la cabeza para exponer una motivación coherente.
De éste en concreto, me quedo con ganas de saber que pensaban realmente los nigromantes… Seguro que traicionaron a los asur… O éstos les aplicaron su entendimiento de la política y las intrigas jajaja