El cataclismo de Shyish alteró el orden de todos los Reinos Mortales, afectando en mayor o menor medida a todas las razas que los habitaban. Sin embargo, hubo dos grandes consecuencias que dictaron el devenir de las Guerras del Alma que acababan de comenzar: el Arcanum Optimar y la revelación de las Criptormentas.
Arcanum Optimar
Uno de los efectos que tuvo el necroseísmo fue un súbito aumento de la energía mágica en todos los Reinos Mortales. La fuerza incontrolable con la que aullaba la energía de la muerte arrastró al resto de vientos de la magia, provocando así que fuera mucho más sencillo para los hechiceros realizar conjuros cada vez más ambiciosos y poderosos. Se descubrieron hechizos que concentraban el poder del reino de manera sin precedentes, ya que una vez lanzados, no se dispersaban como los conjuros normales, sino que persistían en el tiempo. Estos hechizos permanentes no tardaron en verse en los campos de batalla de los Reinos Mortales, ya que su gran poder podía decantar el resultado de una contienda. Sin embargo, no era extraño que estos conjuros escaparan al control de sus creadores y se convirtieran en entes incontrolables que sembraban la destrucción por donde pasaban. Tras sufrir desastres como el Infierno Viviente de Hallowheart o la Muerte Púrpura de Hammerhal, las Ciudades Libres organizaron equipos de hechiceros dedicados a rastrear y neutralizar estos peligrosos hechizos errantes.
Ni siquiera el más sabio de los eruditos de Azyr podría pensar que este efecto secundario producido por el necroseísmo fuera otra cosa que fruto del azar, un efecto colateral del descontrol que sufrió el ritual de Nagash en el último momento debido a la interferencia skaven. Sin embargo, la casualidad suele tener un nombre: Tzeentch. El Que Cambia las Cosas fue el verdadero artífice detrás del desastre de Shyish. Aprovechando la gran ambición de Nagash, el Dios del Cambio movió los hilos adecuados para asegurarse que los videntes grises tuvieran conocimiento del plan del Gran Nigromante y mandaran a sus agentes a por la piedra del reino. Así, el ritual acabó contaminándose con la esencia del Caos y Tzeentch salió enormemente beneficiado por las enormes energías mágicas que se desataron tras el cataclismo.
Guerra en el Aéter
Las huestes tzeentchianas crecieron en poder, pues su dominio de la magia en el plano mortal no tenía rival. Los agentes del Dios del Caos se movilizaron en todas las Ciudades Libres y los cultos a Tzeentch se extendieron. Aprovechando su posición de poder, el Dios del Cambio mandó a sus legiones demoníacas a reclamar grandes extensiones de terreno en el perímetro de los Reinos Mortales, donde la magia rugía con fiereza incluso antes del necroseísmo y ningún mortal podía esperar sobrevivir.
Sin embargo, fueron los Señores Kharadron los que sufrieron las peores consecuencias del auge de Tzeentch. Sus ciudades flotantes se suspendían sobre Chamon, Reino en el que el Dios de la Transformación tenía una fuerte presencia. Así, tuvieron que defenderse no solo de la Nighthaunt, sino de las fuerzas demoníacas que ahora se extendían para dominar los cielos del Reino del Metal. Para empeorar las cosas, el necroseísmo provocó poderosas tormentas aetéricas que desplazaron muchas fuentes mineras de aéter-oro, un metal más ligero que el aire que era el pilar de la sociedad Kharadron. Gracias a esta sustancia, los enanos podían alimentar sus maquinarias y hacer funcionar sus motores, por lo que la escasez de suministro podría hacer que sus ciudades literalmente cayeran al vacío. Sin embargo, los tenaces enanos vieron una oportunidad en la crisis y se lanzaron a la búsqueda de nuevas vetas, iniciándose la Gorak-drek, la Gran Aventura.
Una resistencia duradera de las ciudades flotantes era insostenible, por lo que los Kharadron idearon un plan. Combinando cuarzo de Hysh y baterías saturadas de aéter-oro, crearon el Campo de Repulsión Aetermántico, un dispositivo capaz de proyectar una burbuja de anulación mágica. Acoplándolo a sus naves, pudieron adentrarse por primera vez en la Crux Espiral, un territorio saturado por energías mágicas de origen Tzeentchiano, pero a la vez rico en vetas de aéter-oro. Así, llevaron la lucha a territorio enemigo y se inició la Guerra del Aéter, en la que las fuerzas de los Señores Kharadron se enfrentaron a los seguidores de Tzeentch por capitalizar los cielos de Chamon. Muchos avezados capitanes de navío buscaron hacer fortuna adentrándose en los territorios más peligrosos de la Crux Espiral y docenas de flotas de puertos aéreos distintos se dirigieron hacia allí, provocando la ira de los seguidores de Tzeentch que consideraban esas tierras suyas por derecho.
Durante la Era de los Mitos, una gran bestia zodiacal llamada grifo-filón había descendido del vació hasta Chamon. Su sangre magnética provocaba que los elaborados instrumentos de los habitantes de esa época dejaran de funcionar y había distorsionado las tierras alrededor de su guarida, transformándolas en lo que ahora se conocía como la Crux Espiral. Mediante magia aetérica, un grupo de nueve hechiceros realizó un ritual para acabar con la bestia, pero, inesperadamente, el hechizo acabó cobrándose la vida de ocho de los magos y reveló la identidad del noveno: el Rey Contemplador, un Invocador Demacrado de Tzeentch. El conjuro acabó lanzándose, transmutando al grifo en oro puro y poniendo fin a su maldición magnética. Sin embargo, el grito de agonía de la bestia abrió la Grieta en el Cielo y dio comienzo a la invasión de Tzeentch en el Reino del Metal.
Cuando el grifo-filón murió, su sangre en ebullición cristalizó en coágulos recubiertos de una fracción de su aura magnética. Ahora que sus dominios se veían amenazados, el Rey Contemplador recogió todos los cristales que pudo encontrar y despertó la magia latente en ellos. Así, grandes emanaciones magnéticas se extendieron por toda la Crux Espiral, de manera similar a como sucedió en la Era de las Mitos. Ahora, unidas a la locura que había desatado el necroseísmo, las ráfagas magnéticas se transformaron en poderosas tormentas que azotaron puertos aéreos y destrozaron muchas flotas Kharadron. Sin embargo, los tenaces enanos prosiguieron su viaje valiéndose del Campo de Repulsión Aetermántico y se enfrentaron a los siervos de Tzeentch por el control de la Crux Espiral.
La revelación de las Criptormentas
Durante la Era de los Mitos, Sigmar acumuló una enorme cantidad de armas, artefactos e incluso criaturas mágicas que guardó en secreto en una serie de cámaras repartidas por todos los Reinos Mortales. Para ocultarlas, pidió a Grungni que manipulara los Ingenios de Iluminación creados por Teclis, de modo que ocultaran conocimiento en vez de proporcionarlo. Se crearon así los Motores Penumbrales, dispositivos que ocultaron la existencia de las Criptormentas durante siglos de una forma tan eficiente que incluso Sigmar olvidó el emplazamiento y contenido de muchas de ellas. Sin embargo, el necroseísmo había alterado el funcionamiento de los Motores Penumbrales y la localización de docenas de cámaras fue revelada. Se inició así una feroz guerra en la que aventureros y saqueadores de todas las razas pugnaron por encontrar los tesoros que ocultaban las Criptormentas, mientras los agentes de Sigmar intentaban por todos los medios proteger dichas cámaras.
Bajo Hammerhal Aqsha se descubrió una enorme Criptormenta conocida como el Claustro de Cenizas. A pesar de los intentos de los Martillos de Sigmar por defenderla, los temblores y erupciones volcánicas habían abierto innumerables pasadizos por los que los saqueadores podían entrar en la cámara. Sin embargo, pocos regresaron con vida y los que lo hicieron balbuceaban incoherencias sobre el Hombre Quemado, un ser que podía transformar la carne en ceniza con la mirada.
En la Meseta de Gharrentia, en Ghur, se descubrió la Criptormenta Pico PiedraTrueno. Aunque Sigmar envió a los Templarios Astrales para defenderla, estos fueron masacrados por Gordrakk, el mayor MegaJefe de los orcos Ironjawz. Dentro de la cámara, se encontró el cráneo de Hammergord, una bestia divina asesinada por Sigmar en la Era de los Mitos. Gordrakk declaró que el único adversario digno era Sigmar, pero se hallaba escondido tras sus hombres y sus fortalezas. El MegaJefe ordenó la construcción de un inmenso ariete sobre cuyo extremo colocaría el cráneo y con él sembraría la destrucción por todas las Ciudades Libres hasta que Sigmar saliera en persona a combatirlo en duelo.
Los Dioses del Caos también buscaron las Criptormentas. En Ghyran, los siervos de Nurgle encontraron en una cámara las semillas de Roble Negro, unos inmensos árboles capaces de corromper regiones enteras. Mientras que, en Elixia, los cultistas de Tzeentch consiguieron un fragmento de Motor Penumbral y se lo ofrecieron a un Señor de la Transformación. Al mismo tiempo, los Idoneth Deepkin se interesaron más por los propios Motores que por las cámaras, ya que su capacidad de amortajar los recuerdos de los mortales sería de gran ayuda para ocultar sus enclaves.
Un antiguo mal
Para Nagash, la revelación de las Criptormentas no era sino otra muestra del doble juego de Sigmar. Sin embargo, su furia se desató cuando notó una presencia familiar bajo la ciudad de Lethis, una de las principales fortalezas de Sigmar en el Reino de la Muerte. Allí reposaba el espíritu de Katakros, el Mortarca de la Necrópolis, el mayor y más temido comandante de campo que jamás hollase los Reinos Mortales. Había sido un prodigio bélico desde su juventud y estaba tan obsesionado con perfeccionar sus dotes estratégicas que aceptó el don de la inmortalidad que le ofreció Nagash sin dudarlo un instante. Tras morir, se convirtió en el general más temido del Gran Nigromante. Katakros murió enfrentándose a Sigmar en la Era de los Mitos cuando el Dios-Rey bajó a Shyish para castigar a Nagash, pero su espíritu no pudo ser destruido y fue encerrado en la Tumba de Medianoche.
Nagash creyó durante años que su mejor general había muerto. Al descubrir su suerte, se encolerizó y encargó a Lady Olynder el ataque a Lethis y la liberación del Mortarca. Lethis sufrió el asedio de una enorme hueste de espectros comandados por la Mortarca del Dolor. Sigmar, consciente del peligro que suponía que Nagash recuperara a su aliado, envió a varias Cámaras Sacrosantas para defender la ciudad, apoyadas por el propio Celestant-Prime. Aunque los guerreros santos pudieron salvar la ciudad de la aniquilación, no pudieron evitar que Lady Olynder entrara en la Tumba de Medianoche. Allí, se enfrentó al Celestant-Prime en combate singular. Sin embargo, ni el mejor guerrero de Sigmar pudo evitar que el espíritu de Katakros fuera liberado y que, junto a Lady Olynder, huyera hacia Nagashizzar. La ciudad se había salvado, pero los Eternos de la Tormenta habían fracasado en su misión.
Vaya, no tenía ni idea del transfondo de las guerras por el aether. Se sabe cuál fue el resultado? Por otro lado si había leído algo más sobre la liberación de katakros pero no sabía nada del resto de máquinas penumbrales. Cómo sienpre genial el post!
@gixeska: la guerra del aéter está todavía en curso en el trasfondo actual. Se corresponde con la penúltima caja básica (CREO) de Warhammer: Age of Sigmar, que protagonizaban los kharadron vs tzeentch.
Y aún hay muuuucho que hablar de Katakros, va a ser el protagonista de los siguientes posts!
Muy buen relato, como siempre. Ya te estás acercando al «presente», no te quedarán muchos capítulos. Los mortarcas me parecen personajes interesantes, le dan bastante personalidad a las subfacciones de Nagash. ¿Cuántos hay, seis o siete?
@A. Puig: actualmente hay 5. Arkhan el Negro, Mortarca del Sacramento. Manfred Von Carstein, Mortarca de la Noche. Neferata, Mortarca de la Sangre. Lady Olynder, Mortarca del Dolor. Katakros, Mortarca de la Necrópolis.
Y si, ya va quedando menos para estar al día!
Creía que Kurdos Valentiano era también un mortarca. Y echo en falta un mortarca de las cortes caníbales.
@A. Puig: Kurdos es el primer lugarteniente de Lady Olynder. De hecho, creo que tuvo algún tipo de relación personal con ella en vida.
Me extrañaría que las cortes caníbales no fueran exploradas más en detalle dentro de poco, yo también hecho en falta un personaje pprincipal, como el primer Rey Necrófago que fue odiado por Nagash.
Gracias por el aporte @Felur!!
Si Borken Realms empieza a salir en noviembre, me da a mi que podrás enlazar tus posts y seguir la historia!
Por cierto, te has mirado los suplementos de Soulbound?
Me he llevado una grata sorpresa con Gran Meseta de Aqshy y sus ciudades, ya que empieza a estar sorprendentemente acotada que es algo que pedía a gritos. En especial, la ciudad de Lanzabrillante acaba de recibir un suplemento que cuenta muchas cosas que para mi eran bastante necesarias para imaginar los reinos mortales.