Llegamos al ecuador del trasfondo del libro Companion con uno de los eventos más significativos de Conquest: la irrupción del ente conocido como Hazlia. Las razas antiguas han sufrido varios reveses (Exiliados y Dweghom) o directamente han sido borradas del mapa (Dragones). Es la hora de la Humanidad.
La Ascensión de Hazlia
No se sabe exactamente cuando aparecieron los humanos en Eä. Probablemente eran uno de los muchos productos de la Vida. Los Dweghom tienen en sus escritos las primeras menciones de seres bípedos primitivos merodeando alrededor de sus Bastiones, interacciones que solían acabar mal para los humanos.
Pero esta raza era extremadamente persistente y capaz de reproducirse mucho más rápido que las razas antiguas. Aun así, la existencia de las tribus humanas durante esa era fue difícil. Muchos de los mitos fundadores hacían referencia a sus encuentros con las razas antiguas y como estaban atrapados entre los conflictos de Dweghom y Spires, sin capacidad de respuesta. Eran como seres superiores y mitológicos a los que era mejor no molestar.
Las razas antiguas nunca les prestaron demasiada atención, no eran más que tribus primitivas e ignorantes. Pero a medida que tanto Dweghom como Spires se retiraban de sus territorios por la constante destrucción mutua, el Hombre empezó a explorar nuevos lugares llegando a ocupar antiguas estructuras abandonadas por los antiguos.
Pasaron siglos hasta que descubrieron el fuego, fabricaron sus primeros utensilios o empezaron a dominar el metal. En muchos casos, las tribus se asentaron en Bastiones vacíos. Quizás algunos de los avances tecnológicos se debían a los artilugios Dweghom que encontraron en ellos.
A pesar de todos estos avances, el verdadero desarrollo exponencial se basó en un único patrón: Hazlia, conocido mucho después como el Pantocrátor del Dominio.
Los Bastiones Dweghom abandonados eran el refugio perfecto para las tribus humanas. Solían ocupar solo los niveles más cercanos a la superficie, miedosos de lo que pudiese ocultarse en las profundidades. Pero a veces se veían obligados a aventurarse a las entrañas de los Bastiones para protegerse del crudo invierno o de la amenaza de algún depredador. Es así como una de estas tribus, conocida simplemente como la Primera Tribu, cambió el rumbo de la Humanidad.
Solo existen rumores sobre el momento o lugar en dónde la Primera Tribu residía. Lo único cierto es que fueron los primeros en encontrar a Hazlia. O más bien, aquello que se transformaría en Hazlia.
Cuando los humanos exploraron los Bastiones, se encontraron con todo tipo creaciones Dweghom. Desde armas a autómatas, pasando por gigantescas calderas que aún parecían funcionar a pesar de llevar tanto tiempo abandonadas.
Como sabemos, Eä estaba recubierta por partículas dispersas de los Primordiales. Los Dweghom aprendieron a explotar dichos fragmentos, canalizando su energía para mejorar sus forjas y constructos. La mayoría de estos ni siquiera albergaban poder y los pocos que si podían ser usados fueron drenados por completo. Al llegar los humanos, todos estos fragmentos estaban a todos los efectos inservibles. Salvo uno.
El Bastión habitado por la Primera Tribu poseía una gran forja que aún funcionaba, desprendiendo un calor muy apreciado durante el invierno. Los humanos consideraban esta forja como su salvación y empezaron a venerar el artilugio.
La superstición y creencia en lo sobrenatural eran despreciadas tanto por los Dweghom como Spires. Ninguna de las razas se molestaron nunca en mostrar adoración por algún objeto o idea superior. Pero dentro de la forja de la Primera Tribu estaba atrapado uno de los Fragmentos de la Creación, que empezó a notar los efectos de la veneración humana.
El Fragmento podía absorber la acumulación de poder que emanaba de las plegarias y adoración de la tribu. Si bien en un principio aún no era del todo consciente tras milenios de hibernación, poco a poco despertó de su letargo hasta entender su situación: el hecho que los humanos lo considerasen un “Dios” aumentaba su poder y capacidad de influencia.
A medida que pasaba el tiempo, el Fragmento empezó a trasmitir sus conocimientos y órdenes a los individuos más devotos, que pasarían a ser las primeras figuras religosas. Con el paso del tiempo, una palabra era constantemente repetida en los rezos: Hazlia.
El nuevo “Dios” era visto como el creador y salvador de la humanidad por el cobijo y conocimientos que dio a la Primera Tribu. La sabiduría de un Fragmento de la Creación era infinitamente superior a la de los primitivos humanos lo cual se tradujo en avances tecnológicos sin precedentes y una nueva sociedad emergente.
Hazlia buscaba aumentar su influencia, en cierto modo limitada al alcance de la forja que albergaba su esencia. Trato de extenderse más allá de su fragmento, proyectándose en otras forjas Dweghom o consumiendo los fragmentos menores dispersos en el Bastión. Poco a poco fue librando su ser de la necesidad de mantenerse en un único lugar.
La Fundación del Antiguo Dominio
Al cabo de poco tiempo, Hazlia ordenó a sus seguidores salir del Bastión y esparcirse en el mundo exterior. El propio Hazlia ya era plenamente consciente que su lugar original eran las estrellas, vagar por el Vació como tantos otros Fragmentos de la Creación.
Con la Primera Tribu explorando nuevos territorios, la leyenda de Hazlia llegó a otras tribus mucho menos desarrolladas. Todas se apresuraron en unirse y participar en su culto. Con el aumento de seguidores y nuevas experiencias externas, Hazlia adquirió conocimientos sobre la tierra y las plantas, enseñándole a los humanos los rudimentos de la agricultura. La humanidad empezó a ser más sedentaria, capaz de adaptarse a más entornos y asentar las bases de una nueva civilización.
Todas las tribus del sureste de Eä se habían unido a la Primera Tribu y tomado Hazlia como su Dios. Tal cantidad de plegarias empezaban a exceder la cantidad que podía sostener Hazlia, consciente que su forma actual no podía ni responder ni absorber tanto poder. Hazlia sabía que las consecuencias de tal devoción sin ataduras podía ser impredecible, decidiendo crear un Panteón que le permitiera manipular su evolución.
Las creencias y rituales de los humanos cambiaron, venerando nuevos Dioses implementados por el propio Hazlia pero que en el fondo estaban todos subordinados a él. No eran más que distintas facetas de su ser, lo cual le permitía fragmentar la afluencia de plegarias.
Los distintos Aspectos del Panteón serían: El Padre (la propia esencia de Hazlia, el Portador de Luz, Samash y otros muchos nombres. Nota: ¿bastante reminiscentes a alguien “real”?); La Madre ; El Caballero; El Vidente; El Tramposo; El Artesano; El Mago; La Bestia; El Amante; El Errante; La Víctima; El Soldado.
Llegados a este punto, el Dominio de Hazlia ya era prácticamente un imperio. Capitas, la Primera Ciudad a orilla del Río Aös, sería el centro administrativo desde el cual Hazlia controlaría la expansión.
A medida que se expandía el Dominio, Hazlia se encontraba por el camino a otros seres Primordiales: elementales, ángeles, demonios…. Las acciones de los Dragones aseguraban la perpetua fragmentación de estos seres por lo que ninguno se opuso a un Fragmento que concentraba tanto poder como Hazlia.
Este mismo hizo uso de algunos de estos entes, dándoles el papel de némesis a los demonios, inspirando temor en todos sus seguidores. Así pudo consolidando más aún la religión del Dominio. Mientras que los ángeles eran invitados a unirse como sirvientes de su imperio, todos cumpliendo algún rol del Panteón.
Pero había dos de estos roles que Hazlia no podía controlar: La Madre y el Guerrero. Antes de descubrir la forja de Hazlia, los humanos ya tenían integrados en la evolución de su mente la existencia de dos seres que cumplían estas funciones. El nuevo Panteón no podía reemplazar algo que ya estaba integrado y aceptado por los humanos.
Ninuah, la Madre, y Cleon, el Guerrero, eran estos dos Aspectos. A su vez eran Fragmentos de la Creación, pero muy inferiores a Hazlia. Además siempre se habían mantenido al margen, sin intención de ser venerados ni mucho menos trascender su esencia como Hazlia.
Pero a este último le interesaba el poder que recibían, aunque no hicieran nada con él. Formó una alianza con estos dos Aspectos, creando el Triumvirato que guiaría a la humanidad durante unos siglos.
Con el paso del tiempo, el Dominio acabaría siendo una fuerza temible en Eä, capaz de desafiar a los Dweghom o Spires sin miedo. Hazlia creció hasta ser el ente Primordial más poderoso que se había visto desde la Era de los Dragones.
La preferencia por Hazlia dentro del Triumvirato también se tomaba como algo natural, Ninuah y Cleon siendo relegados a entidades menores. Era algo que no molestaba a ambos Aspectos, satisfechos con mirar desde la distancia el desarrollo de la humanidad. Esta decisión acabaría siendo un error, ya que al no competir con Hazlia por la devoción de los humanos, la acumulación de poder empezó a irse de las manos….
Para entender que significaba este nuevo desequilibrio y la actitud de Hazlia hacía cualquiera que pudiera hacerle sombra, hay que mirar hacía el Norte, a Yggdrasil, la casa de los Dioses de los Nords.
Hazlia es calcifer. Change my mind.
Igualito pero en versión genocida. Así que mola más.