El ataque Lumineth procedente del Portal de Magthar no se limitó al Tríptico, pues otras fuerzas élficas se dirigieron a distintos puntos de Shyish para llevar el mensaje de esperanza de Teclis a lo largo y ancho del Reino de la Muerte.
Equuis es el continente más alejado al norte del Imperio Ossiarch. Hogar de los Stalliarchs, la tierra se abre en infinitas planicies por las que patrullan los jinetes no muertos. Los cuervos espía pronto avistaron a los vivos que se empezaban a abrir paso entre el polvo. Horrek Venzai, Liege Kavalos de los Stalliarch, no demoró su respuesta y dirigió a sus Jinetes Muertos contra la intrusión. Los Stalliarchs eran célebres jinetes y sus corceles no muertos se contaban entre la mejor caballería de los Reinos Mortales, pero la caballería élfica se antepuso a todas las maniobras de sus enemigos, pues el viento soplaba literalmente a la espalda de los Lumineth. Los Hurakan realizaban ataques relámpago desmontando a los Ossiarch con sus lanzas y flechas, y girando en el último momento antes de que los no muertos pudieran cobrarse su venganza. Durante días se llevó a cabo una guerra de guerrillas en las grandes planicies de Equuis, pero incluso el cansancio físico pasaba factura a los inmortales elfos.
Los líderes Lumineth ordenaron una retirada verdadera y cabalgaron hacia las Montañas del Brasero, una cadena montañosa que dividía Equuis en dos. Creían que si sus enemigos los perseguían hasta el terreno escarpado podrían recuperarse y volver a atacar, pues a la caballería pesada Ossiarch le costaría seguir el ritmo de los corceles élficos en tal abrupto paisaje. No podían estar más equivocados. Para los señores Stalliarch, la persecución de sus enemigos era el mayor placer que podían encontrar y se entregaron a él con intensidad maníaca. El hueso empleado para los corceles Stalliarch no provenía solo de caballos salvajes de las llanuras, sino de rinocerontes y otras bestias cuyo hogar se encuentra en las grandes cadenas montañosas del continente. Las pendientes abruptas no ralentizaron ni un ápice a los no muertos, pero sí que frenaron el avance élfico, y esta vez las lanzas de nadirita probaron la carne viva.
A la orden de su líder, los Hurakan, montados en sus rápidas bestias, dieron vuelta y se enfrentaron al enemigo, cubriendo la retirada de los Jinetes del Amanecer. Lo hicieron sin titubear, formando una cuña en la entrada de una quebrada para realizar una última carga hacia el corazón de la formación Ossiarch. Funcionó al principio, pues casi pudieron tumbar al Liege Kavalos que lideraba a los Stalliarchs, pero la fuerza bruta de los Jinetes Muertos ganó la baza. Un destello dorado apareció en el cielo mientras cuerpos de elfos y bestias nobles de Hysh eran descuartizados y pisoteados. Los Ossiarch no dijeron una palabra mientras desollaban a los caídos y cargaban sus huesos en sus monturas. Cuando el trabajo de limpieza hubo terminado, se retiraron de nuevo hacia sus necrópolis.
En Cadavaris, al sur de Praetoris, una fuerza de Hurakan liderada por el Mago del Viento Djarian fue enviada con el objetivo de desestabilizar las fortalezas Ossiarch que salpicaban el paisaje. Los Lumineth se acercaron velozmente a la ciudadela de Nerozzar, a tal velocidad de hecho que las catapultas apostadas en los muros fueron incapaces de acertar sobre ellos pese a que se acercaban directamente hacia ellas. Un mensaje fue enviado rápidamente por el lugarteniente de la fortaleza, pues no consentiría que hubiera un puñado de elfos correteando a sus puertas. El receptor del mensaje la Élite Petrifex, una casta de Ossiarch forjados con hueso negro como el azabache. Los Hurakan se dirigirían hacia el puente que se alzaba al este de Nerozzar, por lo que los Mortisans convocaron una niebla negra de almas para cubrir dicha posición.
Sin embargo, con un gesto Djarian conjuró un vendaval que levantó la niebla que cubría el puente y reveló las hileras de Acosadores de la Necrópolis de hueso negro que estaban apostadas al otro lado. Los Hurakan soltaron sus flechas, apuntadas no hacia la cabeza o el cuello de sus enemigos, sino hacia el pecho. Si bien incluso las flechas de metal solar de los Vanari rebotarían contra las placas pectorales de la Élite Petrifex, estos proyectiles estaban hechos del mismo viento arcano que ahora los empujaba. Las flechas se acercaban desde arriba a los constructos óseos para, cuando estaban a punto de impactar, bajar verticalmente de golpe. De esta manera, se colaron entre los diminutos puntos débiles de la armadura pectoral y destruyeron la gema atrapaalmas que sustentaba el esqueleto.
Los monstruos cayeron uno detrás de otro, sin poder siquiera levantar sus espadas contra los jinetes. Con un grito, Djarian levantó a sus jinetes del suelo mediante el vendaval conjurado y los depositó al otro lado, donde los Acosadores habían caído. Una vez en el suelo, recogieron las cabezas de los monstruos que habían derrotado y con un susurro en el oído de sus monturas, escaparon a toda velocidad de la niebla que volvía a cernirse sobre ellos.
Tres de los Hurakan llevaron las noticias de la derrota de la Élite Petrifex a los ejércitos de los vivos que se hallaban en combate al sur de Cadaveris. Tres más se apresuraron a llevar las cabezas de los Acosadores a la ciudad libre de Glymmsforge y otros tres llegaron hasta la ciudad de Lethis, llevando las buenas nuevas a los humanos y los Eternos de la Tormenta que se afanaban en reconstruir su hogar. Los Ossiarch podían vencerse, incluso los más grandes y duros entre los suyos, y los aliados del panteón de Sigmar estaban en Shyish para ayudar.
Los Hyshianos conocían bien el valor de la esperanza para los mortales. Sin ella, la desesperación se abría paso. La gente de Shyish se encontraba atrapada entre los ataques del Caos que pretendían recuperar su territorio perdido y el inamovible imperio de Nagash. La esperanza era algo escaso en el Reino Amatista y no pocos inframundos se han visto ya arrastrados por el Nadir. Los Lumineth habían llegado para cambiar la situación, no conquistando las fortalezas de Nagash, sino contradiciendo la misma noción de la inevitabilidad de la victoria de la Muerte. Los Lumineth habían traído otro regalo con ellos: la magia geomántica. En las llanuras de Shyish, las runas élficas brillaban con fuerza. Dichas runas tenían un doble propósito: proteger a los habitantes de los inframundos contra la oscuridad y anclar los mismos inframundos a la realidad, salvándolos del hambre parásita del terrible Nadir.
Sin embargo, los Lumineth habían infravalorado la naturaleza Ossiarch. Cuanto más presionaran a los favoritos de Nagash, mayor sería el contraataque. Este no era un enemigo que pudieran derrotar, sino una némesis que nunca dejaría de perseguirles. A nivel puramente material, cuantos más elfos cayeran para romper la ley Ossiarch, más poder les otorgarían. Los cuerpos de los hyishianos caídos en batalla ya habían sido entregados a los Mortisans y ya formaban parte de nuevos ejércitos. Los Forjadores de Hueso recibían este material con gran satisfacción, pues el hueso élfico era de extraordinaria calidad, flexible y ligera, y mantenía su fuerza durante siglos antes de deteriorarse. Las ágiles criaturas que se crearon a partir de este material poseían una temible presteza.
No solo recogieron los Ossiarch material óseo de sus enemigos, sino las mismas almas de los caídos. Arrancadas de los guerreros antes de morir, eran secuestradas en frascos y mezcladas con otras almas escogidas de presas humanas, creando una amalgama espiritual rápida de pensamiento y agresiva de un modo que nunca podrían ser los contemplativos elfos de Hysh. Era una exquisita forma de tortura para las almas élficas; reverenciando como hacían la pureza ante todo, la mezcla de su alma superior con vulgar esencia humana sería una condena eterna, incluso antes de ser encarceladas en un constructo de hueso. Nagash conocía bien la psique élfica y se deleitaba en el castigo tan apropiado que había encontrado para aquellos que se habían atrevido a atacar sus dominios. Si los Lumineth amaban tanto a los ciudadanos humanos de Shyish, les dejaría ser uno y estar juntos por toda la eternidad, sirviendo en los ejércitos que habían buscado destruir en vida. Era un destino malicioso que complacía al Gran Nigromante y sus Mortisans eran felices de cumplir su voluntad, pero el Dios de la Muerte ya preparaba una venganza mayor que esta…
Gracias por la entrada, justo me ha hecho recordar los chulos que son los ossiarchas.
El trasfondo de los Ossiarcas está muy bien (esa simbiosis de obtener tributos de hueso de las ciudades libres, como esa historia que cortan 1 brazo de los barones de una ciudad… muy chulo todo).
Sin contar la de unidades que pueden sacar para que no sea un ejército tan pequeño: desde carros, pasando por arqueros, esfinge al estilo Reyes funerarios con su howda o algún transporte parecido, máquinas de guerra como escorpiones o incluso alguna aberración de hueso grande para los asedios de Ciudades que no quieren pagar…
No termino de entender la motivación de Teclis de atacar ahora a Nagash, parece más un simple cabreo por el necroseismo y un «como tu me has atacado ahora me toca a mí».
No se, de alguien con la supuesta sabiduría de Teclis me esperaba otra cosa que no fuera un simple acto de venganza, o se me escapa algo o quizás es que aún no se ha desvelado su verdadero motivo.
Pd: Creo que también influye que al igual que a Belisario a mí el concepto de los ossiarcas me encanta, si alguna vez cayera en AoS sería con ellos sin ninguna duda, así que lo mismo no soy muy objetivo jeje.
Solo se puede decir una cosa:
🤬🤬🤬🤬🤬 elfos!
Vaya… empieza por P y termina por S…
La verdad es que con el trabajazo que da el kaos, con un Dios con sed de almas elficas, con la de reinos que hay por pacificar…y se tiene que ir a meter las narices donde no toca.
No es que Nagash sea santo de devoción de nadie. Ni es bueno. Ni es justo. Ni es neutral. Que como minimo el Dios de la Muerte debería ser… neutral. Total…al final todo ha de morir. NADA es para siempre. Ni siquiera los Dioses. XD
Pero weno… los articulos me encantan. Ver los conflictos que hay entre facciones gusta. Al final, es como en warhammer, pero ahora en vez de atacarse desde lejanos continentes, se atacan a traves de portales desde diferentes «mundos»/ «reinos» magicos.
Gracias por el trabajo. Voy a seguir leyendo en silencio las fechorias de estos 🤬🤬🤬🤬🤬 elfos!
Yo tampoco acabo de entender la motivación de Teclis. Supongo que esta harto de que Nagash actúe impunemente, pero por qué atacar ahora? Tengo que señalar que escribo los artículos conforme leo, así que no conozco la conclusión de la historia, a saber las vueltas que va a dar esto. Tengo que correr para ponerme al dia porque menudo sprint que se ha marcado GW.
Malditos elfos, no comprenden el poderío del Imperio Ossiarch!