Mientras los reinos de la Era de los Mitos se hacían más poderosos, empezaron a aparecer grietas en los cimientos de la civilización. Los ojos de los Dioses del Caos se fijaron irremediablemente en los Reinos Mortales, pues los Poderes Oscuros se alimentan de la ambición de los mortales. Las luces de la civilización se reflejaban en sus avariciosos ojos, pues allí veían una fuente inagotable vida, magia y entretenimiento, donde podrían celebrar su Gran Juego una vez más.
Panteón Maldito
Los Dioses del Caos y el Reino del Caos son uno, pues están formados por la misma energía aetérica. Su naturaleza es un reflejo de las emociones mortales, las más intensas de las cuales dan lugar a los cuatro principales Poderes Ruinosos: Khorne, Tzeentch, Nurgle y Slaanesh. La extensión del dominio de cada dios varía en función de su influencia sobre los seres mortales: si su poder aumenta en otras realidades, también lo hará en el Reino del Caos.
Khorne es el Dios de la Sangre y se alimenta de la ira. Todos aquellos que pierden la razón por la furia alimentan su poder y a sus fieles no les pide más que el derramamiento de sangre, sin importar cómo lo consigan. Sentado en el Trono de Cráneos, la inmensa montaña de calaveras a sus pies nunca deja de crecer, ofrendas de sus fieles seguidores en un intento por llamar la atención de su dios. Es un ser de fuerza infinita y destreza marcial que valora los actos de violencia extrema y detesta por encima de todo la magia, pues la ve como un recurso cobarde. Muchas civilizaciones adoran aspectos de Khorne, pues la guerra y la violencia siempre han estado presentes en su historia. Sin embargo, hay pocos templos en su nombre, pues a este dios se le venera en el campo de batalla y sus ceremonias son la espada y el hacha. Su número sagrado es el ocho.
Tzeentch, el que Cambia las Cosas, representa el cambio inherente a la existencia y obtiene un gran poder de ello, ya que el cambio está presente en todo. Sin el cambio, un guerrero no puede aspirar a la grandeza, ni los vivos morir. Su apariencia es imposible de describir, pues no tiene una forma para ser contemplada con ojos mortales y cualquier intento llevaría a la locura en pocos segundos. Ama las intrigas y los traidores, disfrutando de los cambios irónicos y los giros contradictorios. Posee un entendimiento magistral de la magia, pero también del destino, la historia, los trucos y los subterfugios. Es el titiritero por excelencia, deleitándose en maquinar planes que abarcan eones y distintas realidades. Su pasión es propiciar las intrigas mortales que puedan sembrar la mayor discordia. Es inútil tratar de adivinar sus intenciones, pues favorece las acciones impredecibles y no siempre guía las vidas de los mortales hacia un fin específico, pues para Tzeentch el mismo acto de la manipulación es un fin en sí mismo. Su número sagrada es el nueve.
El abuelo Nurgle es el Señor de la Descomposición, un dios amable y casi jovial que ama la vida en todas sus formas, desde un recién nacido a una peste. La desesperación lo alimenta, pues tarde o temprano todo mortal siente su toque debilitador. Cuando las cosechas se echan a perder, cuando un hijo sucumbe a la fiebre o las heridas de la batalla se infectan, la gente suplica piedad. Esas súplicas a menudo son escuchadas, pero a un precio terrible. Nurgle defiende el ciclo de la vida, la muerte y el grotesco renacimiento. Pervierte la vida con hambrunas y pestes para que el ciclo no se detenga, regalos que sus fieles celebran como bendiciones de su dios, pues ¿qué sentido tiene luchar contra la entropía, tan implacable como el propio paso del tiempo? Su número sagrado es el siete.
Slaanesh es el Príncipe Oscuro del Caos, el más joven de los cuatro grandes Dioses del Caos. Es el patrón del exceso y un ser divinamente hermoso. Sus esferas de influencia abarcan el arte y la pasión tanto como el sadismo y la lujuria, y está presente allí donde la disciplina cede ante el vicio. Adora tentar a los mortales a cometer actos depravados y aquellos que demuestran entereza y virtud llaman su atención, pues cuanto más se resistan a la tentación, más dulce será cuando cedan. Y siempre ceden. Su atracción es muy adictiva y sus seguidores guían sus vidas por el exceso. Buscan continuamente placeres más exóticos y extraños, pues nunca encuentran la satisfacción. Su número sagrado es el seis. Sin embargo, el Dios del Placer pronto se encontraría ausente en los Reinos Mortales y sus fieles llorarían angustiados al no sentir la conexión directa con su dios.
La influencia del Caos
Al principio, el camino estaba cerrado para los agentes de los Poderes Ruinosos. Los Reinos Mortales habían sido creados mediante la acumulación de magia alineada, tan pura que la esencia del Caos no podía encontrar ningún asidero. Los primeros nativos no conocían a los Dioses Oscuros y los pocos que habían sobrevivido a la destrucción del mundo pretérito no hablaban de ellos, no sea que fortalecieran su poder. Pocos, muy pocos descubrieron la existencia de estos dioses caídos, aquellos que entendieron que a cambio de un precio podían obtener poder para lograr sus ambiciones. Estos egoístas fueron los vectores mediante los que el Caos logró entrar en los Reinos.
Al principio, los métodos fueron sutiles. Intrigantes traidores que buscaban derrocar a sus legítimos gobernantes tejían complejas tramas y maquinaban para que un cambio sobreviniera sobre sus reinos. Aquellos que no gozaban del poder y riquezas de sus vecinos se veían consumidos por la envidia y deseaban fervientemente que su situación cambiara. Sus plegarias pidiendo el cambio fueron escuchadas por Tzeentch. En los Valles Colgantes de Chamon, el Reino del Metal, las intrigas cortesanas se convirtieron en masacres cuando una lluvia de meteoritos iluminó los cielos, concediendo sus deseos a noventa y nueve visires y magos, en una tormenta de magia y contradicciones que dejó palacios bañados por la sangre. Observando Ghyran, el Reino de la Vida, el abuelo Nurgle se relamía ansioso, pues deseaba esas fértiles tierras para anexionarlas a sus dominios. El Dios de la Plaga reía mientras observaba como tribus rivales envenenaban las aguas y las cosechas de sus enemigos, y las oraciones pidiendo resistir la enfermedad no cayeron en oídos sordos. En Ulgu, el Reino de las Sombras, los apáticos nobles se habían aburrido de sus constantes maquinaciones y buscaron placeres más intensos. Incapaces de encontrar satisfacción, jugaron con las artes oscuras para saciar sus exóticos gustos, y la lujuria y la depravación reinó donde antes había orden.
Estos son solo algunos ejemplos de cómo la naturaleza mortal siempre acaba siendo corrompida y situaciones similares se hicieron cada vez más frecuentes. Sin embargo, fue en las ardientes tierras de Aqshy donde el más fuerte de los Dioses del Caos golpeó. Este es un Reino volátil y apasionado, donde la vida es corta e intensa. Todos sus habitantes sienten el deseo irrefrenable de luchar, no solo por supervivencia. La influencia de Sigmar hizo que enfocaran esta intensa personalidad a través del deporte y el conflicto reglado, pero incluso los líderes más sabios eran rápidos en la cólera. A medida que prosperaban, la rivalidad dio paso a la guerra, pues estas gentes estaban enamoradas de la violencia en todas sus formas. Que todo un Reino estuviera entregado a la violencia dio un poder inconmensurable al Dios de la Sangre. Aunque escasas al principio, las religiones salvajes y sangrientas se abrieron paso por Aqshy, atrayendo a más y más fieles. Un hombre destacó sobre todos en aquella época, Korghos Khul, caudillo de una tribu guerrera, que lideró a sus seguidores en una escala de violencia sin fin que se convirtió en un modo de vida. Aquellos que eran derrotados tenían dos opciones, morir o participar en el festín caníbal tras la batalla, alimentando el poder del señor de la guerra y rellenando sus filas. La intensidad de las masacres alcanzó cotas tan altas que la realidad se estiró hasta casi romperse. El cálido aliento de Khorne redujo el velo y una noche las huestes demoníacas del Dios de la Sangre invadieron Aqshy, dando comienzo a una horrible época de ascendencia del Caos.
No es que sean demasiado diferentes en como eran en Fantasy. Aun así, el status Quo no es el mismo y eso esta guai.
El libro de Soulbound (el juego de rol) aprofundiza bastante en la Edad del Chaos y cuenta un poco lo que paso en una zona de Aqshy (digo zona pero es gigante).
Me encanta esta iniciativa de contar un poco el transfondo de age of sigmar, un gusto leerte.
@Belisaurio: no difieren en casi nada, salvo Slaanesh. En cuanto a los reinos, explicaré la geografía y cronología de los reinos uno por uno. Esto es más cronología general.
Una pregunta… si los demonios del Caos se alimenta de las emociones de los seres vivos, y se cargan todo el universo en Fin de los Tiempos, ¿no deberían también desaparecer ellos al haber desaparecido los que les alimentaban?
@Namarie:
En ningún sitio se dice que los Reinos Mortales sea el único lugar de dónde el caos se pueda alimentar, como no lo era antes el mundo de Warhammer Fantasy. Incluso sería suponer que está implicado lo contrario en el sentido que estaba limpio de caos cuando se formó ya que éste estaba en otras cosas y se ve atraído hacia los Reinos Mortales a medida que estos crecen.
A mi me gustó la teoría de que el mundo/universo de WHFB y el de WH40k son dos islas de realidad en medio de un mar de caos que comparten. Y que habría múltiples realidades. Yo me imaginé que cuando el Caos destruyó la realidad de WHFB, simplemente fue cómo una tarea completada, y se dedicó a corromper otras realidades.
Yo imagino que eso no se explicará en ningún lado pero los Reinos Mortales como se crearon? Es decir, despues de El Fin de los Tiempos y la destrucción total del «Mundo-que-fue» (lo llaman así, no?) se crean los 8 Reinos Mortales, uno representado por cada antiguo Saber de Magia de esos restos, no?
Entonces siguiendo que lo que digo sea así, que no lo tengo del todo claro, como llegaron los mortales de las distintas razas a cada reino? Son descendientes del antiguo mundo que sobrevivieron? Unos nuevos Ancestrales los volvieron a crear?
Una vez más agradecer el curro de estos artículos, deseando que llegue el siguiente y seguir leyendo los comentarios de la gente.
Muchas gracias por estos hilos, sigue así.
@Namarie: Como ya han dicho, el Viejo Mundo era solo una de tantas realidades. Los Dioses del Caos son la única constante en el universo, por eso están presentes también en warhammer 40000. Hay muchas teorías sobre que el Viejo Mundo era un planeta más de la galaxia, que fue visitado por los Ancestrales (que tienen un trasfondo complementario entre los dos warhammer), pero tuvieron que partir para librar la Guerra en el Cielo contra los Necrontyr. Que el Imperio no lo hubiera encontrado signfica que está metido en alguna tormenta de disformidad. Peeeero nada de esto está confirmado oficialmente por Games Workshop, son solo teorias, aunque algunas de ellas están dichas por miembros de la empresa.
Los Dioses del Caos conquistan realidades por puro placer, cuando acabaron con el Viejo Mundo, se fueron de conquista a otras realdiades y no se percataron de la existencia de los Reinos Mortales hasta que empezaron a poblarse de almas (si nadie cree y reza a un dios, ese dios no existe a efectos prácticos). Ahora básicamente están picados con Sigmar al reconocerlo como su viejo enemigo y se han centrado en esta realidad.
Perdón por el tochaco!
@Ar Murazor: respecto a esto hay solo teorías. No hay nada similar a una raza superior que creara a los mortales, pero a veces se puede leer algo que deja entender que no solo los nuevos dioses sobrevivieron al fin del mundo. Parece que algunos humanos, elfos, enanos, etc sobrevivieron también, o al menos sus almas, que fueron reencarnadas (explicaré el caso de los elfos muy pronto). En mi opinión, no han explicado un nuevo origen de la vida para no cortar todos los lazos con warhammer fantasy y mantener la idea de que Age of Sigmar es su sucesor.
@Namarie:
Pero ese mismo problema ha estado siempre, tanto en Fantasy como en 40k.
De todos modos, en el 5º libro del final de los tiempos lo resuelven: dice que los dioses del caos, una vez terminado su trabajo en el viejo mundo, se dieron la vuelta y prestaron su atención a otros mundos. En cuanto a AoS, se cuenta que Archaon ha invadido y destruido otros mundos para los dioses del caos.
Vamos, que hay un multiverso o algo parecido, todos invadidos y conectados por el caos.
Lo que no me cuadra a mí es que, si los propios vientos de la magia son energías de la disformidad por definición, ¿cómo pueden estar los Reinos Mortales, hechos de magia pura, limpios de Caos, si la magia ES Caos?
@carlosp: Ok, compro 🙂
@Galaras: La magia es energia pura, el reino del caos y por ende los dioses del Caos, estan hechos de magia mezclada con las emociones de los seres vivos, no existe la disformidad (warp) en AoS ese es un concepto de 40K.
@Felur: como consejo, seria bueno poner el link al final o al principio de los otros articulos, para que la gente que recien vea el ultimo articulo, lean los articulos anteriores, y asi sea mas facil leer todo de corrido.
@Alejandro I. Zeña: buena idea, tomo nota! Gracias!
El hecho de que el fin de los tiempos arrasara el viejo mundo y que nadie pudiese evitarlo ni siquiera uniendo fuerzas y movilizando todos los ejércitos existentes le quita parte de la gracia a los otros universos de GW.
Al final que mas da como se preparen o afronten el futuro? Los dioses del caos, sus trucos y apariciones ex machina te van a barrer….
@Alejandro I. Zeña:
Puede que en AoS no la hayan mencionado explícitamente, pero en Fantasy sí existía la Disformidad, y sí se ha dicho explícitamente que todo el universo de AoS proviene del de Fantasy, así que hay que asumir que la magia es la misma forma de energía, es decir, Caos.
@Galaras:
En Age of Sigmar, volando por el aeterio (espacio/vacio/como se quiera llamar) hay una orbe de otro mundo destruido (Orb Infernia, ahora es un mundo de mierda con un Slaan que intenta que no salga nada de esa orbe). Se dice/ rumorea/ asume que los reinos mortals son otra faceta del reinos de la disformidad, donde todas las magias van por libre y eso implica que el reino del Chaos es un reino «mas» en este setting.
En respuesta al tema de la disformidad, nunca se ha llamado así a las energías aetéricas, pero sí se puede considerar que es la disformidad. Los reinos son esferas y cada una viene de una magia concreta (por ejemplo, sería difícil usar hechizos del Saber del Metal en el Reino de la Vida). De hecho, todos los hechiceros de un mismo Reino son del mismo tipo (por trasfondo, ojo, no en términos de juego).
Todo lo que flota entre las esferas es materia aetérica pura, con todos los tipos de magia mezcladas entre sí. A este «vacío» tienen fácil acceso los Dioses del Caos y nadie puede atravesar ese vacío para viajar entre reinos (con excepciones). La forma más usual de viajar entre Reinos es a través de sus portales. Por tanto, podemos entender que ese vacío aetérico es la disformidad y que es la esencia de la magia.
@Belisaurio: En efecto, el reino del Caos es el otro reino, pero es una dimensión presente en todo y no tiene fronteras.
@Galaras: realmente el Caos no puede entrar en las vidas de los mortales así como así. En warhammer fantasy recordemos que fue la catástrofe en el polo norte, cuando los Ancestrales abandonaron el mundo, que hizo aparecer la grieta del Caos. A partir de entonces, todas las invasiones del Caos procedían del Norte. En los Reinos Mortales no existe ese pedazo de grieta (hay otras como la que se creó en Aqshy por las masacres de Korghos Khul, pero no son ni tan grandes ni estables).
Por eso, necesitan personas que los adoren para poder influenciar los asuntos de los reinos y necesitan sacrificios y rituales en su nombre para que sus demonios pasen a esa realidad.
@Felur:
Ya, pero es que los Vientos de la Magia también salen de esa grieta.
Además, ahora que lo pienso, cualquier dios, no sólo los del Caos, existe en el Aethyr creado por las emociones de los seres pensantes. En ese sentido no existe distinción entre dios del Caos o dios del Orden más allá de su condición moral. Así pues, del mismo modo que Sigmar, Teclis, Gorkamorka, etc., desde el principio no tuvieron ningún problema para manifestarse en los Reinos Mortales, no veo por qué Khorne y Nurgle lo tendrían. La única explicación sería que las emociones como la ira y la desesperación no existiesen entre los habitantes de los Reinos, y eso dejara a los dioses del Caos muy debilitados, pero entonces tampoco estarían tan campantes danzando por el espacio entre los Reinos.
A ver, que también se puede dejar de pensar en cómo funcionaban las cosas en Fantasy y aceptar que esto es un nuevo universo, pero como buen friki me entretiene pensar en estas cosas
@Galaras: pero todo lo ha explicado en el articulo, los nuevos mundos no aparecieron de la noche a la mañana con gente y ciudades, etc, todo comenzo de 0, las tribus comenzaron a expandirse, se asentaron, construyeron pueblos y ciudades, de ahi como entraron los dioses del caos a estos nuevos reinos esta explcado en el articulo.
@Galaras: me encanta hablar sobre esto como buen friki que soy, así que no te preocupes jajaja.
Los dioses «no caos» no viven en el espacio aetérico, viven dentro de las esferas de los Reinos. Probablemente tienen la capacidad de salir al vacío, pero no es su «residencia». Los Dioses del Caos sí que «viven» ahí, en el vacío o disformidad, no pueden estar presentes físicamente en los Reinos donde viven los mortales igual que no estaban presentes físicamente en el Viejo Mundo. Los dioses de humanos, elfos y enanos no son necesariamente manifestaciones de emociones, sino nuevos dioses alzados de seres que antes eran mortales. Los Dioses del Caos al estar nacidos de las emociones son eternos.
@Alejandro I. Zeña: efectivamente, los Dioses del Caos no podían estar en danza desde el principio porque ni tenían constancia de la existencia de los Reinos Mortales, hasta que empezaron a llenarse de vida.