Los Perros de la guerra
Reclutados entre toda la población de la Antigua Terra, parecía que no tenían un origen distintivo pero sí un carácter común: la agresividad. Solo los reclutas más belicosos y violentos, casi al borde de la locura homicida, eran reclutados para esta legión.
Se sabe que participaron en la liberación de Sa’Afrik pero que, tras los primeros enfrentamientos, esta joven y reducida legión fue puesta en la reserva.
La Legión continuó reclutando y entrenando mientras finalizaba la unificación y empezaba la Gran Cruzada. Los años pasaban y la legión seguía en reserva, aumentando cada vez más sus números. Con el tiempo, adoptaron el nombre de “Los Perros de la guerra”, siendo su símbolo un mastín rojo sangre.
La Gran Cruzada
En los primeros años de la Gran Cruzada, la colonia de Cerberus se alzó contra el Imperio. En ese momento, el resto de legiones estaban demasiado lejos de allí, repartidas entre las diferentes flotas expedicionarias, y solo la decimosegunda legión, que estaba en la reserva, estaba en posición de acudir.
A las 0300, la legión fue desplegada.
A las 0808 la legión dio luz verde: la colonia estaba asegurado.
Cuando el oficial al mando de las tropas del ejército imperial preguntó al responsable de la legión, cuántos presos esperaba recibir para solicitar el transporte, el pretor respondió: «¿presos?, no se nos ordenó hacer presos».
Toda la población había sido completamente despedazada. La legión sufrió enormes bajas, de hecho, se dice que supervivientes de los Guerreros Trueno vivían en ese mundo. Alrededor de los despedazados cuerpos de estos mastodónticos guerreros, había diez perros de la guerra muertos. Sin embargo, eso no los detuvo y toda la población fue masacrada. El mundo entero fue bañado en sangre de la forma más brutal y violenta.
Con el tiempo la legión fue incorporada a otras legiones, como serían “los primeros”, los “guerreros de hierro” y “los lobos espaciales”, actuando siempre como tropas de choque, para causar enormes bajas al enemigo en violentos y, a menudo, breves enfrentamientos. Aun así, el grueso de la Legión fue asignada a la decimotercera flota expedicionaria, “la Sangrienta 13”, que allá donde pasara un reguero de sangre la seguía.
El Ángel Rojo
Poco se sabe de la infancia de Angron, su cápsula acabó en el mundo de Nuceria, famoso por sus violentas luchas de gladiadores. Allí se le insertaron unos dispositivos en el cráneo llamados simplemente «los clavos del carnicero», que le generaban placer en el violento fragor del combate, pero fuera de él, le causaban, de forma esporádica y sin previo aviso, enormes ráfagas de dolor. Este dispositivo tenía la función de aumentar la agresividad y la violencia. Los guerreros disfrutaban y sentían placer matando, cuánto mayor era la matanza, mayor era el placer que recibían y peor era la terrible agonía que sufrían en reposo.
Con el tiempo, Angron planeó la huida con sus hermanos gladiadores en un violento alzamiento, a sabiendas de que la revuelta estaba condenada al fracaso. Sin embargo, ante la perspectiva de una muerte en libertad, se prepararon para la batalla.
Fue entonces, cuando el Emperador, que había vigilado la situación se le apareció a Angron, ofreciéndole su salvación. Para su sorpresa, Angron lo rechazó y dijo que moriría luchando con sus hermanos gladiadores. El Emperador, que no se tomó muy bien que lo rechazaran. La noche antes de la batalla, teletransportó a Angron al Conquistador, la nave insignia de «la sangrienta 13». Los seguidores de Angron en Nuceria, los devoradores de ciudades, fueron masacrados al despuntar el sol.
Se dice que cuando Angron lo vio le entró tal ataque de rabia que mató a los tripulantes de la Conquistador. Solo Kharn, el octavo capitán, logró calmarlo. Cuando lo presentó a la legión dijo: «¡Saludad a aquel al que sus soldados llaman EL DEVORADOR DE CIUDADES!»
Angron jamás perdonó al Emperador por lo ocurrido aquel día y siempre le odió.
Los Devoradores de Mundos
La ya de por sí violenta legión, bajo el mando del Ángel Rojo, se volvió aún más violenta. Angron despreciaba los rangos y la autoridad aunque reconocía su necesidad, así que puso una regla de ascenso muy sencilla: la muerte. Si alguien quería ascender tenía que matar en duelo a su oficial.
Desdeñaba casi cualquier táctica que no fuera el ataque directo que permitiera una carnicería y ríos de sangre. Con el tiempo, logró aplicar una versión primitiva de «los clavos del carnicero» a selectos miembros de su legión. Estos se formaban escuadras singulares y se convertían en psicópatas asesinos incapaces de controlarse y un sufrimiento casi mortal los acometía cuando no estaban en medio de una matanza.
Cuentan que hasta Leman Russ sintió la necesidad de intervenir y que los Lobos Espaciales y los Devoradores de Mundos se enfrentaron en batalla, pero eso solo es una historia.
La Herejía de Horus
Dado el tremendo odio que sentía Angron hacia el Emperador, Horus no necesitó esforzarse demasiado para convencer al Ángel Rojo de que se uniera a su causa. Tras la batalla de Istvaan V, los Devoradores de Mundos junto con los Portadores de la Palabra fueron desplegados contra una de las dos legiones que más temía Horus, los Ultramarines. Esta era la legión más numerosa y su primarca tenía una capacidad estratégica que podría suponer un grave impedimento. Así pues ambas legiones, que además odiaban a los Ultramarines, fueron desplegadas para sembrar el caos en el reino de Ultramar y reducir lo posible los efectivos de dicha legión.
Años atrás, cuando el Emperador rescató a Angron, estudió los «clavos del carnicero» y descubrió que dichas estructuras no estaban diseñadas para un uso prolongado, ya que lo habitual era que el portador muriera de forma violenta. Sin embargo, la fisionomía semidivina de un primarca logró extender la función de los clavos más allá de su supuesta vida útil y crecieron dentro del cráneo, causando a Angron más dolor de lo que podría ser posible. También se descubrió que, aun siendo un primarca, este aparato acabaría por matar a Angron, aunque confiaba que para entonces ya hubiera realizado su cometido.
Lorgar, primarca de los Portadores de la Palabra, lo sabía y diseñó un plan para salvarle la vida. Le entregaría su vida a Khorne, el dios del caos de la violencia, de las matanzas, de la sangre. Instó a Angron a una orgía de matanza en Nuceria y, cuando murió el último habitante del planeta, Khorne quedó complacido y sometió a Angron a una agonía antes jamás experimentada ascendiéndolo a la categoría de Primarca Demonio. Pasó a ser la encarnación física del dios de la sangre.
Después de eso participó en el asedio a Terra, y más tarde, cuando todas las legiones de traidores se batían en ordenada retirada, se fue al Ojo del Terror a gobernar su pequeño y violento mundo demoníaco.
Despues de la Herejía a la actualidad.
La legión de los Devoradores de mundos se desperdigó por la galaxia en pequeñas partidas de guerra que siembran el caos y la muerte por donde pasan. Para ellos solo existe la violencia. Todos los servidores humanos en su legión son poco más que esclavos entre los que seleccionan a los más fuertes y los someten a programas de cría para obtener los mejores especímenes. También buscan reclutas capturando Astartes imperiales y llevándolos a la locura.
Hacia mediados del milenio 41, Angron, viendo lo fragmentada que estaba su legión, les dio un nuevo motivo para unirse. Agrupó todas sus fuerzas y atacó el mundo forja de Armaggedon, en lo que sería conocida como la Primera Guerra de Armaggedon. Tras una orgía de sangre, tras mucho esfuerzo y el sacrifico de un centenar de caballeros grises, Angron fue derrotado y expulsado al Inmaterium donde están condenado a permanecer durante quinientos años.
Una legión muy interesante, con una cultura guerrera muy particular. Lo de que se enfrentaron a Guerreros del Trueno no lo sabía, un dato curioso cuanto menos.
Impresionante historia, o sea, que el Emperador sabía que la iba a palmar por los clavos pero no le importó porque para entonces ya habrá unificado la galaxia.
Es evidente que iba a desmantelar esa legión y llevarla al olvido como le pasó a las II y a la XI.