Hola de nuevo. Ya estamos de vuelta a la rutina y, por supuesto, de vuelta al trasfondo de la Edad de Sigmar. Hoy os describo una de las facetas más oscuras que tienen nuestros queridos Eternos de la Tormenta. Es una entrada corta que funcionará como precuela en dos partes de las Guerras del Alma. Intentaré subir pronto la segunda parte de la precuela para dejaros con los dientes largos para el plato principal. Vamos a ello.
La Búsqueda Inmortal
Es por todos conocido que los Eternos de la Tormenta son ángeles celestiales inmortales que brillan con la luz del relámpago. Lo que no se supo hasta años más tarde es el precio que tienen que pagar por su inmortalidad. Cuando un Eterno muere en batalla, su alma es transportada de nuevo a Azyr para ser sometida a la reforja, un proceso agónico que puede durar horas o años y en el que el Eterno abatido vuelve a ser el guerrero que era. El arte del forjado de almas ha permitido a Sigmar mantener la costosa guerra contra el Caos en los Reinos Mortales, pero mientras los años de guerra avanzaban, el Dios Rey tuvo que reconocer los fallos en la reforja.
Tras cada resurrección, había una posibilidad de que el Eterno de la Tormenta cambiara para siempre, haciéndose más y menos humano a la vez, perdiendo de vista virtudes como la compasión o la lástima, y convirtiéndose en un espíritu de pura justicia divina. Pese a que Sigmar sabía lo que el arte de la reforja podría acarrear a sus guerreros, no era consciente de la magnitud de la extraña maldición que pesaba sobre los Eternos a medida que sus resurrecciones se hacían más frecuentes. Conocido entre los Lord-Relictors como la transfiguración, el fenómeno podía manifestarse de forma progresiva entre sucesivas reforjas o aparecer repentinamente tras una sola, siendo más frecuente en guerreros que eran reforjados una y otra vez.
Durante años, nadie habló públicamente de sus miedos, pues estaba prohibido dudar del Dios Rey. Vandus Hammerhand fue el primero en expresar en voz alta sus preocupaciones sobre el futuro que les esperaba. Le atormentaban visiones de un alma a la que se refería como “Hombre Relámpago”, una criatura de energía crepitante que, según creía, representaba su futuro.
En las ciudades de Sigmar, aquellos Eternos que habían sido reforjados demasiadas veces se convirtieron en símbolos de admiración y temor. Si bien eran guerreros temibles, habían perdido parte de lo que les hacía humanos y con ellos cualquier sentido de juicio o discernimiento entre el bien y el mal. Para estas entidades post-humanas solo quedaba una existencia de blanco o negro, Orden o Caos, sin matices ni grises intermedios. Una vez las ciudades de Sigmar se levantaron en los Reinos Mortales y los pueblos libres se asentaron en ellas, las terroríficas implicaciones de la transfiguración quedaron claras.
La moralidad humana es compleja. Cuando inevitablemente se oyeron murmullos de agitación y descontento en las ciudades, no todos los guardianes Eternos de la Tormenta estaban preparados para afrontarlos. En algunos lugares, los murmullos se convirtieron en revueltas, ya que, inevitablemente, el nivel de vida en todos los barrios de la ciudad no era el mismo. Sin embargo, las Cámaras de Eternos más antiguas reprimieron brutalmente estas revueltas, viéndolas como precursoras del alzamiento de cultos al Caos. Así empezó un ciclo de rebelión y castigo que llevó a varias ciudades a una guerra civil. Los Dioses del Caos avivaban las llamas de rebelión cuando podían, pero la mayoría de las veces solo se limitaban a observar con sádico gozo.
En Vindicarium, las chispas del dilema se habían convertido en un incendio. Cantando mientras mataban, los Vengadores Celestiales llevaron a cabo un terrible juicio contra cualquier ciudadano que albergara la más mínima semilla de corrupción en su alma. Tres cuartas partes de la población fueron ejecutadas esa misma noche. Aquellos que sobrevivieron a la purga se unieron a un ejército de fanáticos religiosos, marchando a la guerra junto a los fuirososo guerreros que los habían dejado vivir. Había un miedo oculto en la población mezclado con reverencia hacia los semidioses que se supone debían protegerlos. Se decía que Excelsis estaba rodeada por cadenas de luz celestial que solo los puros podían cruzar. ¿No era esta una forma de esclavitud?
Sigmar ordenó a sus altos cargos que investigaran en profundidad. Para atajar el problema de la transfiguración, liberó de sus deberes a las Cámaras Sacrosantas. Los miembros de estas Cámaras trabajaban en el Yunque del Apoteosis, controlando las almas que se reforjaban. Sus integrantes no fueron escogidos de bárbaros y guerreros tribales, sino de los mejores eruditos y estrategas de todos los Reinos Mortales. La tarea encomendada a estas hermandades arcanas era resolver el fallo en la reforja o, al menos, aliviarlo temporalmente. Una parte del alma de cada Eterno se perdía en cada resurrección y se tenía la teoría de que muchos de los guerreros escogidos por Sigmar tenían la fortaleza física para superar la reforja, pero no eran lo bastante fuertes espiritualmente para pasar por la apoteosis una y otra vez.
Quizás Sigmar lo había sabido desde el principio, pero no había tenido otra opción. Si no hubiera reunido sus ejércitos cuando lo hizo, tal vez los Reinos Mortales habrían estado perdidos para siempre. Solo ahora estaba quedando claro cuál era el precio por ese intento desesperado de salvarlos.
Las Cámaras Sacrosantas buscaron conocimiento sobre las almas en todos los rincones de los Reinos, supervisando no solo la reforja sino la translocación del Eterno caído en batalla. Para llegar a comprender verdaderamente la magia de almas y el ciclo de vida y muerte, los sabios de la tormenta estudiaron temas que es mejor dejar a las artes nigrománticas, exponiéndose a la ira de Nagash. El viejo Dios Liche consideraba los muertos como su terreno exclusivo y albergaba desde hacía tiempo un rencor contra Sigmar. La existencia de esta nueva raza de Eternos sería vista como un insulto pues entraron en Shyish luchando a sangre y fuego contra todo tipo de espíritus. En esto, su historia no había hecho más que comenzar…
Bienvenido de vuelta felur! Echaba de menos tus post 🙂
Veremos a ver cómo soluciona sigmar esto de que los stormcast se le estén volviendo como robots…
Aquí otro que lee tus post con atención. Gracias!
Se echaba de menos esta sección de trasfondo. Gracias!
Bienvenido otra vez!
Parece que nos vamos a la Guerra de las Almas!!