Saludos, Señores de la Guerra.
El post de hoy va a ser algo teórico. Veréis, en la empresa donde trabajo actualmente se hizo una formación sobre la «gestión del riesgo». En la vida hay riesgos y hay formas de lidiar con ellos, y la formación iba de ello. Inevitablemente pensé en Warhammer…
La teoría dice que, ante un riesgo, algo que creemos que puede pasar y puede tener consecuencias, hay cuatro opciones posibles:
- Evitar. Se evitan las acciones que causan ese riesgo.
- Reducir. Se reducen las probabilidades de que ocurra ese riesgo.
- Transferir. Se transfiere parte (o todo) de ese riesgo a un tercero.
- Aceptar. Riesgo aceptado con sus consecuencias.
Y pensé que estas cuatro acciones posibles ocurren también en una partida de Warhammer. Por ejemplo, a nivel táctico (acciones concretas en la batalla), vemos delante una «estrella de la muerte» del Caos con caballería de elegidos y personajes (un gritón de puntos) que amenaza con cargar a una unidad nuestra que consideramos importante para la partida (y, suponemos, no es una unidad preparada para esa carga). Podríamos…
- Evitar. Intentamos mover nuestra unidad de forma que el enemigo no pueda cargarnos.
- Reducir. Disparamos con otras unidades para reducir el número de ataques que se nos viene encima.
- Transferir. Usamos una ligera sacrificable de forma oblícua para que esos caballeros se merienden una unidad de 50 puntos (y pierdan un turno) mientras el resto de mi ejército efectúa sus planes.
- Aceptar. No hay escenografía, no hay sacrificables, no puedo disparar… pues que salga el sol por Antequera, el otro lleva las miniaturas sin pintar y los dioses de los dados serán benévolos conmigo.
A nivel estratégico (elaboración del plan de batalla), si sabemos contra qué ejército nos enfrentaremos también hacemos parte de gestión del riesgo, aunque sea de forma inconsciente. Por ejemplo: nuestro enemigo llevará enanos. Hay riesgo (elevado) de que lleve una lista defensiva (por decir algo) y que nos disparen mucho:
- Evitar. Dejando aparte poner excusas para no jugar 😛 podemos intentar minimizar el número de unidades que tenemos (no plantarnos con un MSU) para poder refugiarnos entre la escenografía, o probar Saber de la Vida a ver si cae el Señor de la Lluvia.
- Reducir. Intentar llevar tropas con mucha salvación, u hostigadores, o salvaciones especiales para reducir el daño que nos puedan hacer sus arcabuces. O tropas que muevan mucho y muy rápido para reducir el número de turnos que esté disparando.
- Transferir. Pantallas de hostigadores, unidades sacrificables… sabemos que nos va a disparar pero mejor transferir todo ese daño a algo que no nos importe.
- Aceptar. ¡Ezoz enanoz no van a poder kon noz! ¡WHAAAAAGH!
Chorradas aparte, me pareció interesante, y creo que podéis aplicarlo tanto a la vida como a vuestras partidas. ¿No?
Namarie, creo que te has dejado la opción más habitual de afrontar el riesgo… Que es no verlo, y efectivamente eso sirve para la vida tanto como en warhammer
Buen artículo, de hecho yo como buen orco siempre era «aceptar»y de ahí las hostias que me llevaba. Tal vez por eso en los torneos siempre acababa último. xd.
El riesgo de tirar un dado más con la amerratadora. Nada define mejor la (gloriosa) experiencia skaven