Saludos, Señores de la Guerra.
Hay muchas películas que hablan de «mundos dentro de otros mundos», una de las últimas Origen. Y es que el tema clásico de la caverna de Platón, donde el mundo real no es el mundo que se ve, ha dado origen a muchas novelas de ciencia ficción, aunque creo que una de las primeras películas que habló de «un mundo dentro de otro generado por ordenador» fue una de mis películas favoritas, Tron.
A finales de los años ’90, apareció una película que iba precisamente sobre ésto y que marcó un antes y un después en el cine: Matrix. Pero no fue la única; a su sombra hubo otra película de temática muy parecida y que pasó sin pena ni gloria por las salas cinematográficas: Nivel 13. Basado en la novela «Simulacron 3» de Daniel F. Galouye.
Nivel 13 parte de la premisa de un empresario informático que ha creado un mundo simulado, ambientado en 1.937, y (ya que no está «a la venta») tanto él como otros programadores pueden entrar para ver qué tal es. El asesinato del jefe lleva a desarrollar la trama…
Y es que la película tiene un buen guión, la actuación no es mala, pero… es previsible. Cuando llevas 45 minutos ya sabes cuál es el «tema». La gran sorpresa de la película, el gran momento, se desvela antes de la mitad de la película (no lo desvelaré para no hacer un spoiler), e incluso si has visto la portada (que está aquí arriba) ya te lo puedes imaginar. A partir de ese punto, aunque se introduce algún «inconveniente», ya sabes cómo va a acabar. Y eso es lo que hace que esta película, pese a que no está nada mal, no acabe de cuajar. Es muy interesante ver una película «estilo Matrix» pero con menos «presupuesto de efectos especiales» y más guión, que trata prácticamente de lo mismo y que no tuvo apenas éxito.
Es una película recomendable pero no imprescindible. Eso sí, tras verla veréis que Origen es mucho menos original de lo que alardea 😉