[Warhammer: El Escenario de la Semana] El despertar del Bocaenllamas (OG vs RO)

Saludos, Señores de la Guerra.

No podía faltar a la cita semanal, aunque sea en Jueves en vez de Miércoles. Como es habitual, os traemos un nuevo escenario temático/histórico para Warhammer. Está pensado para Warhammer 6ª edición con Manuscritos de Nuth, pero como ya sabéis es muy fácil adaptarlo a cualquier edición oficial (como 8ª) o fan (como Reforged o Legends), incluso a otros juegos.

En esta ocasión os presentamos un escenario con ejércitos algo «limitados» en cuanto a opciones, pero que creo que puede dar lugar a una batalla realmente épica…

El despertar del Bocaenllamas

Reinos Ogros vs Orcos y Goblins

Situación histórica

En el constante guerrear de los Ogros, una batalla destaca especialmente; se trata de un momento de gran relevancia histórica, en el que un conglomerado de tribus se unieron forjando una poderosa nación capaz de hacer estremecer al mundo entero. La Gran Batalla del Bocaenllamas no sólo sirvió como un estímulo sin igual para los Reinos Ogros, sino que incluso reactivó al durmiente dios del volcán.

Todo empezó con una espectacular invasión de Orcos Negros. Desde los días en que escaparan a la esclavitud de los Enanos del Caos, muchos Orcos Negros se han asentado en las Montañas de los Lamentos, y se han enfrentado contra los Ogros en un gran número de batallas. Sin embargo, los Ogros nunca han podido erradicar por completo a los Orcos Negros de sus dominios. Y así se han ido desarrollando las cosas durante los últimos dos mil años, con ambos bandos aumentando paulatinamente su respeto por la pericia guerrera de su enemigo.

Urk Koko’ierro fue aumentando rápidamente su rango hasta convertirse en el más importante Kaudillo Orco de las Montañas de los Lamentos. Bajo su mando, los Orcos Negros se extendieron más de lo que nunca lo habían hecho hasta entonces, cubriendo una enorme distancia desde su fortaleza en el Monte Colmillo Negro. Urk sabía lo que había que hacer para derrotar a los Ogros, tal como había demostrado muchas veces. En su máximo momento de expansión Urk llamó al ¡Waaagh!, una invasión que atrajo a pieles verdes de todas partes, incluyendo a muchas tribus de Jinetes de Lobos de las Tierras Oscuras y a Goblins Nocturnos del Monte del Brujo Gris. Con cada nueva batalla las legiones de Urk crecían más, y los deshilvanados Ogros sabían que cada vez lo tenían peor para resistir los ataques pieles verdes.

Por aquel entonces Grasientus Dientedoro acababa de convertirse en Déspota Soberano, amo y señor de todas las tribus de Ogros. No obstante, aunque sí que ejercía un férreo dominio sobre los reinos cercanos al suyo, las tribus más distantes (particularmente las que estaban más al norte) no acababan de mostrarse convencidas de que Grasientus se hubiese ganado el derecho a mandar sobre ellas. El voluminoso Déspota Soberano viajó a multitud de valles para intentar ganar adeptos a su causa. Todo a lo largo de la Ruta del Marfil y tan al sur como en el Territorio Gnoblar, las tribus de Ogros respondieron a su llamada, hasta que Grasientos reunió un ejército como el mundo jamás había visto. Tan grande era aquella hueste, que los valles temblaban a su paso hacia el norte.

Mientras tanto, Urk Koko’ierro no había permanecido ni mucho menos de brazos cruzados. A medida que penetraba más y más profundamente en las Montañas de los Lamentos, un Déspota tras otro iban cayendo ante él. En cuanto le llegaron noticias del nuevo Déspota Soberano y de su coalición, trazó un plan para confrontar a aquella ingente masa de Ogros en un lugar de su elección. Acompañado por su vasta horda de pides verdes, Koko’ierro asaltó el Bocaenllamas, desalojando de allí a los extraños Ogros escupefuego que allí habitaban, y plantando sus trofeos de guerra en las laderas del humeante volcán. Urk sabía que esa era su gran oportunidad de hacerse con el control de todo el territorio, y además pensaba derrotar a los Ogros mientras mantenía los pies bien plantados sobre el Bocaenllamas, su dios viviente; sin duda eso haría que aquella panda de brutos tragaldabas experimentaran el auténtico miedo.

Urk Koko’ierro confiaba en que la simpleza de las tácticas de los Ogros les llevarían directos hacia su trampa, pues no se lo pensarían dos veces antes de atacar ladera arriba contra un enemigo superior, sólo para verse frenados en seco por una auténtica marea de Goblins. Urk tenía muy poca fe en la pericia marcial de los Goblins, pero estaba seguro de que su gran masa ralentizaría al enemigo durante el tiempo suficiente como para que las fauces de la trampa se cerraran sobre él. Grandes unidades de Orcos esperaban el momento justo de lanzarse sobre el flanco de los Ogros, mientras Urk y sus legiones Orcos Negros les daban el golpe de gracia, cargando contra ellos ladera abajo. 

Resumen

Un enorme ejército de Ogros lucha contra una horda pielverde en el Bocaenllamas mientras éste escupe bolas de fuego sin parar.

El campo de batalla

Se juega en un tablero de 180x120cm. Toda el área de despliegue de orcos y goblins se considera una colina. Distribuye cuatro pedregales (área de terreno difícil) en el resto del campo de batalla de forma aleatoria.

Los ejércitos

El jugador de Orcos y Goblins prepara un ejército de 3.000 puntos. No puede incluir ninguna máquina de guerra. Los Orcos Negros son unidad básica y no son 0-1 (siguen a Urk Koko’ierro). Los personajes Orcos Negros no ocupan opción extra de héroe (sólo una). El general debe ser Urk Koko’ierro, un Kaudillo Orco Negro. Las armas mágicas que elijan los personajes Orcos Negros no cuentan para el límite de puntos en objetos mágicos (así, por ejemplo, Urk puede llevar cualquier arma mágica y además hasta 100 puntos en otros objetos mágicos), pero lógicamente los puntos cuentan para el total de puntos del ejército. Cualquier campeón de unidad de Orcos Negros puede llevar cualquier arma mágica de hasta 50 puntos (se suman los puntos). Debe incluir al menos dos unidades de Goblins Nocturnos con fanáticos.

El jugador Ogro juega con un ejército de 3.000 puntos al mando de Grasientus Dientedoro. El ejército puede contar con Grasientus, hasta cuatro Matones, hasta cuatro Panzafuegos y hasta cuatro Cazadores; ignora las restricciones habituales de personajes (puedes incluir un total de 13 personajes, pero ninguno será Matarife ni Maestro Carnicero). Debes incluir una única unidad de Caballería Dientes Martirio (no puedes incluir ninguna, ni más de una) de al menos 4 miembros. Las únicas unidades singulares permitidas son los Colmillos de Trueno y los Cuernospétreos, y debe incluir al menos uno de estos monstruos en el ejército (y tres sería lo ideal).

Despliegue

El jugador pielverde despliega todo su ejército en la colina (zona roja), a 30cm de su borde como máximo. Luego, el jugador Ogro despliega todo su ejército.

Quién va primero

Los pielesverdes están esperando la carga de los ogros, así que los ogros juegan primero.

Duración

La partida dura seis turnos.

Condiciones de victoria

Cuenta los puntos de victoria de forma habitual (bajas, cuadrantes, estandartes, etc).

Reglas especiales

Bocaenllamas. El volcán está expulsando bolas de magma. Al inicio de cada turno de cada jugador (incluso antes de los chequeos de Animosidad o psicología), lanza 1D6 por cada unidad (o miniatura individual) en el campo de batalla, aunque esté trabada o huyendo. Si sale un 1, la unidad sufre 1D6 impactos de F4 con la regla Ataques flamígeros.

Protección de los Panzafuego. Los Panzafuego son inmunes al magma (porque son inmunes a ataques flamígeros). Además, si se unen a una unidad, parte de esa protección mágica se pasa a los demás ogros; así que cualquier unidad a la que se haya unido un Panzafuego y se vea afectado por el magma del Bocaenllamas, sufrirá impactos de F2 en vez de F4.

Desarrollo histórico

Urk había juzgado correctamente la furia que se apoderaría de los Ogros al ver el Bocaenllamas ocupado por un enemigo. Sin embargo, pese a toda la astucia de la que Urk había hecho gala, parecía haber subestimado el liderazgo del Déspota Soberano. Urk estaba acostumbrado a enfrentarse contra tribus dispersas de Ogros, no contra una vasta hueste que luchaba como un solo ejército.

Tras forzar la marcha, los Ogros entraron en el ennegrecido valle, y al ver recortados contra la temprana luz del amanecer a los Orcos, saqueando los trofeos ofrecidos a su deidad volcánica, cada Déspota Ogro se lanzó a la carga, tratando de ser el primero en trepar la ladera y llegar al combate. Ningún otro Ogro salvo Grasientus podría haber detenido aquella carga, pero el Déspota Soberano no tuvo ni un instante de duda, y empezó a gritar órdenes que hicieron temblar todo el valle e inspiraron a sus tribus hambrientas de batalla. Con una señal, convocó a todos los demás Déspotas a un consejo de guerra. El orgulloso líder de cada tribu dio un paso al frente: todos ellos componían una imponente estampa, que no obstante quedaba empequeñecida bajo la sombra del colosal Grasientus.

El Déspota Soberano había reconocido la trampa que los Orcos Negros le habían tendido, pero no era de los que suelen cambiar de idea con facilidad. Si Urk Koko’ierro quería cargar Bocaenllamas abajo y rodear a los Ogros, que lo hiciera, eso ahorraría a su ejército tener que marchar para subir las laderas del volcán. Dispuesto a enseñar a los Ogros que no conviene morder más de lo que uno puede tragar, Grasientus explicó a los Déspotas reunidos cual era su plan de batalla. Varios Déspotas se rascaron la cabeza sin entender nada, pero la mayoría supieron entender a la primera el brutal potencial de aquel plan; y una vez que las nuevas formaciones de batalla fueron desplegadas, hasta el último Ogro quedó gratamente impresionado por el plan de su Déspota Soberano.

La clave de aquella estrategia era que las grandes bestias de guerra y la Caballería Dientes Martirio que acompañaban a cada tribu fueran reordenadas en una única gran unidad, desplegada en forma de cuña en el frente de la línea de batalla. Teniendo en cuenta la gran cantidad de diferentes tribus de Ogros que había presentes, la horda resultante alcanzó un tamaño realmente imponente. En sus filas habían Cuernos Pétreos, Colmillos de Trueno, y otras muchas bestias originarias de aquella tierra primordial de hielo y nieve. Justo por detrás de ese formidable frontal se desplegó una falange de Caballería Dientes Martirio, seguida por el resto de los Ogros.

Aunque Urk Koko’ierro había preparado a sus siervos para hacer frente a la avalancha Ogra, lo que surgió de las laderas de aquel volcán fue mucho peor que cualquier otra cosa a la que los pieles verdes se hubieran enfrentado antes. El suelo empezó a temblar, y pudieron oírse los inconfundibles ruidos sordos del Bocaenllamas, como si el gran volcán se agitara dando su aprobación.

El muro viviente de bestias que apareció en estampida hacia ellos hizo entrar en pánico a una buena cantidad de Goblins, quienes apenas pudieron contestar disparando unas tímidas andanadas de flechas antes de poner pies en polvorosa. El plan de Urk para frenar el ímpetu del primer ataque Ogro parecía empezar a desmoronarse, pero el Kaudillo Orco Negro aún tenía confianza en el contraataque de su segunda y numerosa oleada de Goblins Nocturnos. La apretada masa negra y verde se colocó en posición, y de ella fueron apareciendo docenas de chalados Goblins drogados hasta las cejas con setas alucinógenas, cada uno de ellos haciendo girar sobre su cabeza una pesada bola de hierro unida a una cadena. La carga de las criaturas lanudas de los Ogros no se detuvo ni mucho menos, arrollando a los Fanáticos y poniendo en fuga a la horda entera de Goblins. A continuación, y sin siquiera aminorar su paso, la manada de bestias gigantes y la Caballería Dientes Martirio cayeron sobre los Orcos Negros.

Pese a la violencia del choque, los Orcos Negros aguantaron el tipo, si bien un tercio de sus fuerzas quedaron aplastadas. Los Orcos Negros usaron grandes hachas para cercenar las patas de las bestias, haciendo que algunas de ellas se despeñaran ladera abajo, y de ese modo abrirse un sangriento camino hacia los Ogros. No obstante, aunque los Orcos Negros lograron detener la estampida (y de hecho la estaban destruyendo), se quedaron trabados donde estaban sin poder avanzar, y por tanto sin cumplir el plan de Urk de unirse al resto de su ejército cuando entraba en contacto con el grueso de los Ogros.

Más abajo en las laderas montañosas, la trampa de los Pieles Verdes había cerrado sus fauces, pues los Orcos superaban numéricamente a los Ogros por más de seis a uno. Los Ogros estaban siendo sometidos a una presión insoportable, y si el centro de los Orcos Negros hubiese sido capaz de unirse al asalto, la batalla hubiese quedado sentenciada. Sin embargo, en medio de la furia y el derramamiento de sangre, el propio Bocaenllamas habló, haciendo temblar el suelo y enviando tupidas columnas de humo hacia los cielos. El sol de mediodía quedó oscurecido tras la capota de cenizas, y las laderas se vieron iluminadas por regueros de lava y por ocasionales vómitos de fuego de los Panzafuegos, los sacerdotes Ogros del Bocaenllamas, que se habían unido a Grasientus en el combate.

Pese a la fuerza con la que empujaban los pielesverdes, los ogros habían logrado plantarse bien en tierra e incluso empezaban a recuperar terreno, pero de pronto la dinámica volvió a cambiar. Tras superar a la última de las grandes bestias lanudas que habían cargado contra ellos, Urk y sus Orcos Negros consiguieron por fin alcanzar el grueso de la batalla, chocando contra los Ogros con una fuerza tremenda. Sólo la incomparable fuerza de voluntad de Grasientus Dientedoro logró que sus Ogros, pese a ceder terreno de nuevo, mantuvieran el tipo y consolidaran su posición defensiva.

El centro de las fuerzas Ogras (en el que luchaba el propio Grasientus rodeado por su guardia personal de Tripasduras), se mantuvo sólido como una roca. Finalmente, Urk se dio cuenta de que para lograr romper la resistencia del enemigo debía antes romper su corazón. Los más endurecidos veteranos de ambos bandos se estaban batiendo con total entrega: los enormes garrotes a dos manos reventaban cabezas de Orcos Negros una tras otra, mientras que las grandes rebanadoraz partían en dos los protegetripas y abrían profundas heridas en las panzas de los Ogros. Era allí, en el ensangrentado epicentro de la batalla, donde todo acabaría por decidirse; y los dos generales enemigos lo sabían, pues ambos estaban tratando de abrirse paso el uno contra el otro, masacrando todo lo que encontraban por el camino.

Arropando a sus respectivos líderes, los dos ejércitos se batieron con todas sus fuerzas, como un par de bestias cavernarias enfrentadas sobre el pico de una montaña, haciendo chocar sus cuernos para marcar el territorio. Ogros moribundos trataban desesperadamente de aplastar a un último piel verde incluso mientras sus tripas se les escurrían por una terrible herida en el estómago. Orcos Negros con sus yelmos hundidos y supurando materia cerebral se esforzaban por descargar un nuevo golpe de hacha. Mientras tanto, Grasientus movía en amplios arcos su cetro tachonado de diamantes, aniquilando con cada ataque a filas enteras de Orcos Negros.

Uno de dichos ataques impactó directamente contra el portaestandarte personal de Urk, partiendo el tótem y mandando volando por los aires al Orco Negro, que por unos segundos pareció quedarse suspendido sobre el volcán antes de precipitarse hacia el fondo del humeante cráter. Fue un golpe prodigioso, heroico, majestuoso, una «volea» de la que los Ogros supervivientes aún siguen hablando hoy en día. Al ver al estandarte de Koko’ierro partido en dos, y a su portador convertido en proyectil volante, la línea de batalla de los pieles verdes se empezó a tambalear. Aullando de furia, Urk se abrió camino a golpes a través de una muralla de Tripasduras hasta llegar ante Grasientus, en las mismas laderas del Bocaenllamas. Urk estaba convencido de que aquella era su batalla, y de que ningún Ogro iba a detenerle. Grasientus por su parte sonrió por primera vez en toda la batalla, dejando ver una ristra de dientes de oro que destellaban en medio de su horrible rostro.

Soltando su colosal cetro, el Déspota Soberano agarró al Kaudillo Orco Negro con ambas manos. Urk respondió clavándole sus dos hachas gemelas en el grueso pecho, pero ello no detuvo a Grasientus, quien completamente impasible (pese a que la sangre le caía a espuertas), apretó y apretó el cuerpo de su oponente. El sonido de la armadura de Urk, rechinando y finalmente partiéndose bajo aquella tremenda presión, pudo oírse incluso por encima de la atronadora cacofonía de la batalla, seguido por un espantoso chascar de huesos y carne.

Durante muchos minutos Grasientus siguió apretando, sus gruesos brazos temblando visiblemente por el esfuerzo. Cuando por fin se relajaron, la aplastada forma que dejaron caer era irreconocible: Grasientus literalmente había estrujado la carcasa del Orco Negro como quien escurre una bayeta, exprimiendo todos sus fluidos. Los Ogros jalearon entusiasmados, sus gritos de júbilo contestados por los géiseres de lava que surgían del volcán. Aquella visión fue demasiado para los restantes pieles verdes, que dieron media vuelta y huyeron.

Los Ogros se reagruparon y, dirigidos por los Panzafuegos, reunieron los restos de los enemigos caídos para preparar con ellos una buena comilona. Y menuda comilona fue aquella: cada Ogro tenía para sí una enorme pila de carne piel verde. Con un único y descomunal golpe, Grasientus Dientedoro había destrozado el ¡Waaagh! y había convertido en papilla a su líder. Bajo la tupida cortina de humo del dios volcán, Grasientus había por fin cimentado su título de Déspota Soberano, pues incluso aquellas tribus de Ogros que no habían estado presentes en la batalla empezaron al poco tiempo a hablar de aquel gran triunfo y su monumental banquete de celebración posterior.

Tras una semana de celebraciones el Bocaenllamas empezó a escupir hacia el cielo su ira en forma de lava, como presagiando un futuro plagado de batallas aún más gloriosas. Entonces, Grasientus aprovechó para dar a sus seguidores lo que fue considerado como un largo discurso. Arropado por las ovaciones de todos los Reinos Ogros en pleno, el Déspota Soberano bramó «hoy han sido los Orcos, mañana será el mundo. Que empiecen a temblar…».

Jugando con otros ejércitos

Esta partida está muy ambientada en este evento histórico y con dos ejércitos concretos. Sin embargo puedes jugar con cualquier ejército, siempre que el ejército defensor (orcos) no tenga máquinas de guerra y el atacante tenga una única unidad de caballería y varios monstruos singulares.

Acerca de Namarie

Multifriki, aficionado al cine, a los cómics y a los wargames, en especial Warhammer (Fantasy). Co-creador de Cargad y creador de los Manuscritos de Nuth.

3 comentarios en «[Warhammer: El Escenario de la Semana] El despertar del Bocaenllamas (OG vs RO)»

  1. Me ha encantado la narración. Esta batalla en qué suplemento o revista salió?

  2. Menudo trabajazo Namarie.
    Este escenario tiene que ser lo más sangriento y bruto publicado hasta la fecha

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