Vía Fauxhammer (aunque también está en Juegos y Dados) hemos podido saber los contenidos de los fascículos 30 a 32, por lo que ya podemos ampliar la lista de números conocidos.
Buenos días, buenas tardes, y buenas noches como diría Jim Carrey en El show de Truman.
En este artículo quería compartir un tema sobre los que nos dedicamos a jugar wargames y es sobre los ejércitos que escogemos para echar nuestras partidas. Unos escogen uno determinado por ser el que mejores perfiles de unidades tiene y por ser el que te garantiza la victoria en determinadas ediciones. Otros por el atractivo que suscita la estética y el trasfondo que rodea a esa facción. Siempre estará el que juega con lo que está de moda sin tener en cuenta los criterios anteriores, al ser la novedad que Games Workshop ha lanzado al mercado. Con independencia de por qué se hace la elección del ejército siempre se da el hecho de que, tal y como es el ejército, la personalidad del jugador queda reflejada de un modo más o menos sutil. Todo detalle queda reflejado en el tablero de juego, desde nuestros gustos hasta nuestras manías, y expresan cómo es uno en realidad. Pues bien, voy a poner aquí mis casos personales de ejércitos para comentarlos tras pensar mucho en qué reflejan de mí, así que, ¡vámonos, átomos!
Hoy os presentamos una entrada invitada del parroquiano Elegbara. Avisamos que es una entrada completamente personal de quien la ha escrito, es su opinión (totalmente válida) y nos hacemos eco no sólo porque es un tema interesante sino porque quizá aquí puede generarse debate con gente que le haya pasado lo mismo… o gente que, por contra, opine totalmente lo contrario.
Remarcamos que se trata de un artículo escrito por uno de los lectores, pero creemos que también debe darse voz cuando las cosas no van todo lo bien que deberían.
Saludos, Señores de la Guerra. Hoy os traemos un artículo invitado de Ignacio de Zúñiga.
PROBAR, PROBAR Y PROBAR.
Por Ignacio de Zúñiga.
Buenos días, buenas tardes, y buenas noches como diría Jim Carrey en El show de Truman.
Mi nombre es Ignacio de Zúñiga y mi historia con Games Workshop se remonta a mi adolescencia, como a todo el mundo. Mi romance, en concreto, comenzó a finales de 2003, estando yo en 2º de ESO y en una época en la que, tras los atentados del 11M de 2004, habíamos cambiado de presidente, el odioso reaggetón empezaba a desembarcar en España, Telecinco nos mareaba con el Aquí hay tomate y había demasiada superficialidad en muchas cosas —hasta en los anuncios de politonos para los teléfonos móviles, el mero hecho de recordarlos hace que desee fervientemente adorar a Khorne o afiliarme a Acción Mutante.